calle larios

Pablo Bujalance

Miércoles de Ceniza

RECUERDA alguien aquel país llamado Islandia, cuyo Gobierno decidió que sus ciudadanos no iban a pagar las deudas de sus bancos? La población entera salió a la calle (vale, no son muchos, pero la lección es la misma), los políticos prestaron atención y la banca cayó por su propio peso. Algunos de quienes se habían enriquecido a base de bien con el estallido de la crisis terminaron en prisión. Se dijo entonces que aquella osadía le iba a salir cara al país, que los mercados internacionales no iban a perdonárselo y que la recesión a la que se veía abocado llegaría a ser endémica. Pues bien, Islandia crece hoy al 3%, abraza el pleno empleo y vuelve a ser competitiva tanto en dólares como en euros. Sin embargo, se sabe mucho más de lo que ocurre en Grecia, en Italia y en España. Aquí ya se ha confirmado lo que estaba cantado: los recortes económicos se han traducido en pérdidas de derechos. El debate sobre la gratuidad de la sanidad y la educación es cada vez más caliente, por más que los grandes partidos jueguen a garantizarla desde sus puestos de árbitros de lo público, pero cabe recordar una y otra vez que el debate es absolutamente falaz: la educación y la sanidad no son gratuitas, sino que se sostienen con la contribución de los trabajadores, quienes, según cierta lógica, deberían poder decir algo sobre cuánto se recorta y cómo. Pero no, el Gobierno se limita a pedir sacrificios, y encima espera que aplaudamos su honestidad. Todo consiste en aguantar y esperar a que pase el chaparrón, Virgencita que me quede como estoy, nada será tan grave mientras la casa desahuciada sea la del vecino. Hoy es Miércoles de Ceniza, así que la tradición cristiana de la culpa innata ya nos tiene bien enseñados: algo habremos hecho. La penitencia siempre es justa. El problema es que no parece que quienes ya se han enriquecido parezcan dispuestos a dejar de hacerlo. Lógico: nunca en la Historia se ha contado una renuncia voluntaria al reino. Habrá que conquistarlo.

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