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DESPUÉS de varias semanas de desaparición, el número tres de Podemos, Juan Carlos Monedero, compareció ayer ante los medios informativos para dar explicaciones sobre sus ingresos y su situación fiscal. Monedero recibió 425.000 euros de los gobiernos de una agrupación de países del llamado eje bolivariano por un trabajo de asesoramiento sobre la posibilidad de una moneda única para ellos y los cobró a través de una sociedad mercantil creada expresamente para tributar por esa cantidad con una menor carga impositiva. Alertado de que estaba siendo inspeccionado por la Agencia Tributaria a causa de esta irregularidad, el dirigente de Podemos realizó una declaración complementaria abonando los impuestos que se había ahorrado gracias a su maniobra de ingeniería fiscal. Decidido, al fin, a dar explicaciones, Monedero centró su intervención en la denuncia de una supuesta caza de brujas que le ha hecho víctima por su liderazgo en la alternativa al sistema democrático vigente ("el régimen corrupto de 1978"), según su expresión. Pero explicaciones serias y solventes no hubo. Juan Carlos Monedero no explicó por qué esos gobernantes dudosamente democráticos encargaron un informe sobre unión monetaria a un profesor de Ciencias Políticas no experto en la materia ni cómo es que se lo retribuyeron por un precio que ni un Premio Nobel sería capaz de conseguir en el mercado de la investigación social y económica. Tampoco resultó convincente en defensa de su posición fiscal, limitándose a señalar que la creación de la sociedad cobradora la hizo por consejo de su asesor y que la declaración complementaria a Hacienda no supone el reconocimiento de ninguna infracción, cuando es del todo evidente que la presentó sólo cuando sintió a la Agencia Tributaria pisándole los talones. Monedero carece de argumentos capaces de lograr que la opinión pública asuma que su actuación ha sido en todo momento la propia de un profesor investigador y un contribuyente cumplidor. Por el contrario, sigue estando bajo la sombra de la sospecha, tanto sobre el origen de ingresos tan abultados y su tratamiento fiscal como acerca del destino de los 425.000 euros, que él circunscribe a la financiación de un programa de televisión, el que dirige y presenta su jefe, Pablo Iglesias. El número tres de Podemos protagoniza un escándalo de corrupción. Lo peor que puede pasarle al ideólogo de un partido que ha hecho de la denuncia de la corrupción (de los otros) el eje de su estrategia política. Ayer no ha convencido probablemente ni a muchos seguidores del nuevo partido, cuyas posibilidades electorales han recibido un duro golpe con estas noticias.

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