PARECÍA sólida la esperanza de que el último puente festivo para muchos españoles se saldara esta vez con una reducción de la siniestralidad en el tráfico rodado. No ha sido así. Finalmente, han perdido la vida 42 personas, cinco más que en las mismas jornadas del pasado año, entre las tres de la tarde del miércoles y la medianoche del domingo, cuando se han producido millones de desplazamientos aprovechando las fiestas de la Constitución y la Inmaculada y los días anexos. La esperanza venía dada por el hecho cierto de que los accidentes de carretera se han visto reducidos en porcentaje sustancial desde la entrada en vigor del carné de conducir por puntos. Esta tendencia seguirá, sin duda, aunque con repuntes y altibajos, puesto que los conductores se están concienciando de la necesidad de no cometer determinadas infracciones precisamente para poder seguir conduciendo con los papeles en regla. Más incierto es el futuro de la reforma del Código Penal recientemente aprobada como elemento de normalización en la conducta de los conductores. Esta reforma de los artículos relativos a la seguridad vial castiga con penas de prisión los comportamientos temerarios y negligentes de los automovilistas, en particular quienes llevan vehículos de motor a velocidad excesiva o con alto índice de alcohol en la sangre. Las medidas están vigentes desde el pasado día 2 de diciembre y en esta semana han sido denunciados 333 conductores. En este caso se puede decir que la vigencia de esta mayor severidad penal no ha tenido incidencia en una disminución de los accidentes, pero conviene subrayar que se trata de una norma que aún no ha tenido tiempo de desplegar toda su potencialidad. Lo más probable es que cuando los ciudadanos interioricen la ejemplaridad penal de estos artículos renovados en el Código la consideren un motivo más para ser cuidadosos en la conducción, por su propia seguridad y por la de los demás usuarios de la carretera.

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