La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Murillo atrapa turistas

De cajas de membrillo a tiras adhesivas atrapa moscas/turistas: es el destino de los cuadros de Murillo

Para redimir a Murillo de su explotación piadosa y comercial en estampas, postales, almanaques o latas de membrillo se le va a explotar laica y turísticamente. De un mercadeo a otro. De un manoseo a otro. Es el destino de los pintores que alcanzan una desmedida popularidad: láminas del Sagrado Corazón de Jesús de Batoni, la Última Cena de Leonardo en metal plateado con relieve para el comedor, posavasos de Lautrec, pósters de luxe sobre tabla con los ángeles de la Madonna Sixtina de Rafael, El nacimiento de Venus de Boticelli, El Beso de Klimt o la Gran Ola de Kanagawa de Hokusai en la casa del cursi, y pósters proletarios sujetos con chinchetas con el Guernica picassiano y El Cuarto Estado de Pellizza da Volpedo en la alcoba del progre… La capacidad del mercadeo para banalizar una obra de arte reproduciéndola hasta el hartazgo es tan eficaz como la reiterativa machaconería que hace injustamente jartibles el Adagio de Albinoni, el Concierto 21 para piano y orquesta de Mozart, el Claro de Luna de Beethoven, los impromptus de Chopin, los ballets de Chaikovski o la Gimnopedia nº 1 de Satie.

Lo más divertido de la operación Murillo, puesta en marcha para limpiar su nombre y sus obras de la híper explotación piadosa y comercial que le hizo caer en el descrédito por hartazgo y por cambio del gusto (¡la moda!) es que se esté creando otro Murillo ya no piadoso, ni tan siquiera religioso, para someterlo a otras formas de explotación más finas, pero no menos crudas. Esta vez, eso sí, con denominación de origen moderna, científica y académica. Nada de latas de membrillo: exposiciones conceptuales. Nada de estampas de primera comunión o almanaques: congresos que engorden currículos. Nada de clérigos, beatos y beatas: turistas. Que Sevilla "transpire" Murillo, dijo el alcalde. Y que millones de turistas se dejen pegados a su sudor la mayor cantidad de euros posibles, como si los lienzos de Murillo fueran tiras adhesivas atrapa moscas.

Nada malo hay en ello y muy necesitada está la ciudad de dineros. Pero que no se venda como restauración de una imagen banalizada por el mercadeo y el tópico lo que es la prolongación de su explotación por otros medios y la creación de otros tópicos. En cuanto a los sevillanos, será gracioso verles haciendo cola para admirar los cuadros que nunca se han molestado en ir a contemplar en el Museo de Bellas Artes, la Catedral o la iglesia de San Jorge.

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