¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Murmullos en Ciudadanos

Ciudadanos es consciente de la importancia de Andalucía en su definitivo asalto al poder

Cuentan los textos apócrifos de la historia política española que, poco antes de que el PSOE arrasase en las generales de 1982 (202 escaños de los 350 en juego), algún vidente ciego proclamó solemnemente que los socialistas no contaban con personal cualificado para nombrar a los gobernadores civiles. Sin embargo, como era previsible, una vez consumada la victoria, las colas de cerebros ante las agrupaciones del PSOE fueron considerables. Si hay algo que excita a la materia gris es el poder en sus muchas manifestaciones.

Ahora, cuando las encuestas están inflando las velas de Ciudadanos, vuelven a surgir voces que avisan de la precariedad de un partido que ha crecido de forma franquiciada, a trompicones, y que sólo en los últimos meses, con la crisis catalana y el derrumbe moral del PP, ha conseguido dar el estirón que lo ha sacado de una niñez demasiado demorada. Que nadie dude de que si el C's consigue dar el sorpasso al PP, pronto se formarán, ante sus sedes, largas colas de abogados del estado, catedráticos, ingenieros y, en general, todos esos oficios tan necesarios para la gobernabilidad.

Ciudadanos, para convertirse en un auténtico partido de poder, deberá corregir algunos desórdenes de su crecimiento, disonancias internas que han generado un urbanismo político descompensado en el que se juntan sin concierto chabolas y rascacielos. Nada de lo que no sea capaz Albert Rivera, un auténtico uomo di potere que no se despeinó cuando de la noche a la mañana cambió el ideario socialdemócrata por el liberal. Fue el día en que se dio cuenta de que su verdadero caladero estaba en un centro-derecha nivea cada vez más desencantado con los tejemanejes de los jerarcas populares. Hay una auténtica guerra sin cuartel en el seno de la derecha española que, paradójicamente, la está reforzando más que debilitando (a las últimas encuestas públicas y privadas nos remitimos).

Rivera sabe que uno de los lugares prioritarios de su labor interna debe ser Andalucía, cuyas próximas autonómicas están en capilla. ¿Está a la altura del envite el Ciudadanos de Juan Marín? Algunos en el ecosistema naranja que piensan que no. El de Sanlúcar de Barrameda no da el tipo kennediano-macronista que tanto gusta en C's y muchos ponen en duda su política pactista con el susanismo. Ya se escuchan los primeros murmullos. Veremos si, en las primarias, se convierten en gritos.

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