Todo es relativo

Necesitamos más héroes

Ignacio Echeverría luchó contra tres yihadistas como un jabato. Mientras, los demás miraban asustados

Es triste que alguien tenga que morir para que se reconozca la valentía y el honor. Al español Ignacio Echeverría ya se le conoce en todos sitios como el héroe de Londres. Y lo ha sido. Iba en su bicicleta y con su patín cuando vio como unas personas acuchillaban a una joven mujer rubia. Sin pensárselo dos veces se lanzó a defenderla, con su monopatín como lanza, como Don Quijote contra los molinos, y dio su vida. Luchó contra los tres yihadistas como un jabato, hasta que le acuchillaron por varios lados, siendo mortal en la espalda. Mientras, los demás miraban, asustados, inmóviles.

Es imposible pelear contra terroristas que, cuando nadie lo espera, se explotan una bomba en el abdomen o cogen un camión y se van estrellando a toda velocidad contra todo el que pille por delante. Pero contra tres locos con cuchillos igual se podía haber hecho más. Es fácil decirlo sentado en mi mesa, escribiendo este artículo en el ordenador, sin riesgo. Pero también tengo claro que si en vez del bravo Ignacio se hubieran lanzado 50 a la vez contra esos indeseables la situación podría haber sido otra. A lo mejor no habría muerto nadie. La historia es demasiado dramática para hacer juicios de valor, posiblemente, injustos. Hay que ponerse en el pellejo de cada uno, en el horror de esa noche, en la sangre, en la maldad demoníaca dentro de los cuerpos de los tres terroristas, en la sorpresa, en la incredulidad... Pero sí es cierto que necesitamos más héroes como Ignacio. Su lucha fue encomiable, fiera, ha dado un ejemplo a todo el mundo. Defendió a la chica, que todo apunta a que fue la joven australiana que también falleció, pero, pasados los fastos y las señales de admiración mundial, Ignacio murió y sus familiares ya no podrán disfrutar más con él. De héroe a mártir en un solo paso.

Obviamente la policía tiene que hacer su trabajo. La sociedad civil, sin armas ni preparación, no debe ni tiene por qué enfrentarse directamente a los terroristas. Pero no hay un policía siempre que se necesita. No puedo parar de pensar que si entre 50, 100, 200 personas hubieran cercado a los asesinos, lanzado objetos, a lo mejor Ignacio y otros estarían vivos. Descansa en paz Ignacio. Hacen falta muchos más como tú.

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