Postales desde el filo

Negación

Sería bueno que, como hacían sus mayores, Durban y los suyos llamasen las cosas por su nombre

En una entrevista realizada días antes de Vistalegre II, el dirigente de Podemos Miguel Durbán, a la pregunta de qué sistema económico defendía-se autodefine anticapitalista- respondía que ahora están el momento de la negación, del rechazo y que ya llegará el tiempo de definir su modelo. Buena respuesta. No hace mucho tiempo, la izquierda era más concreta y apostaba sin complejos por cosas como la estatalización de la economía. En el XXVII Congreso del PSOE, en el año 1976, se sometió a debate una ponencia que defendía la dictadura del proletariado. Imagínense. Después bajó el listón y la cosa se limitaba a la expropiación de la banca. Si no la defendías eras un socialdemócrata, todo un insulto ante la superioridad moral de comunistas, maoístas, troskistas, autogestionarios, etc. Cuando lo social cedió ante otro tipo de reivindicaciones, cuestiones como la salida de la OTAN trazaban la línea entre ser o no ser de izquierda.

Hoy todo es mucho más confuso: en el rechazo al CETA la izquierda de la izquierda de la eurocamara se ha encontrado en la incómoda compañía de la extrema derecha. Con la que también coincide en recuperar soberanía económica o en la defensa del proteccionismo. Perece que la división izquierda-derecha ya no nos sirva para interpretar el mundo.

Sería bueno que, como hacían sus mayores, Durban y los suyos llamasen las cosas por su nombre. Ya sea al hablar de sistemas económicos o al plantear un nuevo periodo constituyente; en la transición significaba consolidar la democracia ¿y hoy? Decía Camus que "si la verdad estuviese en la derecha, yo sería de derechas". Es lo que digo de Podemos. Si supiese, no ya si tienen la verdad, sino simplemente si hay algún significado tras su elocuente relato de tomar el cielo. O si lograse saber con claridad qué piensan de la UE o del euro. O cuáles son sus alternativas a la economía de mercado y a la democracia liberal que tanto desprecian. En lo factual lo más parecido a lo que sería un gobierno de Podemos es Syriza. Pablo Echenique dijo durante la campaña griega de 2015, que dio el triunfo a sus colegas ideológicos, que aquellas también eran nuestras elecciones. Ahora, en lugar de negarlo más de tres veces, deberían pedir a Tsipras que les hablase de las dificultades de gobernar un país en crisis en un mundo posnacional. Quizás les muestre hasta qué punto la superficie de la realidad dista de ser tan lisa como la de la utopía.

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