Nokia 3310

Pocas cosas hay más tiernas y ridiculas en la vida que ver a un ser humano tratando de parar las agujas del reloj

La empresa de telecomunicaciones finlandesa HMD, que en su día compró las patentes de la malograda Nokia, anuncia la recuperación de un clásico: el Nokia 3310. Hablamos del quinto móvil más vendido de la historia, una leyenda que vivió sus mejores años entre 2000 y 2005 y que, visto desde el recuerdo, se antoja un ladrillaco. Sólido como un sillar de la Mezquita y con una batería tan tremenda que te daba para felicitar el comienzo de Año a los colegas y para llamarlos luego en la Feria de Mayo, el N3310 ha sido denominado como el Rambo de los móviles y hay quien lo conoce como El Irreductible. Incluso algunos vídeos circulan por Youtube en los que el personal se dedica a hacerle bestialidades al celular para demostrar su dureza, pruebas que van desde tirarlo de un séptimo piso hasta pasar por encima de él con un todoterreno o someterlo al fuego de un soplete. Lo que era inimaginable es que su capacidad de supervivencia llegase hasta a esto: a no asumir que su tiempo pasó para tener de este modo un inesperado revival, que lo llevará a competir en las tiendas con los iphone y los smartphone, tan finos ellos. Su público, desde luego, no será el mismo de entonces, pero hay quien le augura un digno recorrido comercial entre toda esa gente que o bien se resiste a los móviles inteligentes o bien los ha probado y ha decidido que el exceso de actividad social y el estrés que suponen es más un retroceso que un avance. El regreso del ladrillaco, del Rambo de los móviles, puede pues significar a la tecnología lo que las alubias con chorizo de la abuela a la nueva cocina: un remanso de tranquilidad en el que disfrutar de la vida vieja que se fue. Así que no se sorprendan si algún día ven a algún familiar con el ladrillaco del año 2000 colgado en su funda del cinturón: no es que su pariente se le haya ido la pinza ni que Bush, Aznar y Blair hayan vuelto al poder. Es simplemente que en su familia tiene a un resistente, a un romántico que nostalgia un cacharro que hace no tanto horrorizaba a otros tipos igual que él. Y habrá que valorar que pocas cosas hay en la vida más tiernas y melancólicas que eso: un humano tratando de parar inútilmente las agujas del reloj. Guerra eterna, y guerra perdida, pero guerra librada con inocente nobleza al fin y al cabo.

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