la tribuna

Juan Carlos Pérez-Lanzac López

Nueva forma de dispensar medicamentos

DURANTE estos días, por parte del Ministerio de Sanidad se ha creado una modalidad de dispensar medicamentos a través de las oficinas de farmacia. Se trata de proporcionar al paciente, las cápsulas, comprimidos... exactos para los días de tratamiento prescritos por el medico.

Farmacéuticos y médicos debaten sobre las ventajas e inconvenientes de este sistema que se aplicaría en principio a los medicamentos de mayor consumo, como son antiinflamatorios y analgésicos. Me imagino que poco a poco se irán incorporando los antihipertensivos, antibióticos, antidiabéticos, antidepresivos, ansiolíticos, etc. Es decir que serán sometido a esta norma, las formas farmacéuticas sólidas por vía oral.

Hace unos 20 años, vino a Málaga una pareja de recién casados norteamericanos, conocidos por un familiar. Ella cayó enferma por un proceso griposo con fiebre que le hizo estar en cama. Como no conocían a nadie, mi familiar me pidió el favor de ir a verla al hotel. Así lo hice y le pregunte si estaba tomando algún medicamento, en un inglés primario. El marido saco un frasco que contenían 18 cápsulas de amoxicilina, antibiótico indicado como preventivo en estas situaciones. Las 18 cápsulas estaban contenidas en un frasquito de cristal con un letrero escrito a máquina, con el lote y fecha de caducidad, y con el nombre del farmacéutico.

Era la primera vez en mi vida que veía una dispensación de un medicamento con el número de unidades de cápsulas exactas para los días de tratamiento, que en este caso serían seis . Es decir, tres cápsulas al día, durante seis son 18.

En un principio pensé que era una buena forma de ahorrar y no tirar medicamentos, luego pensé que cómo se las arreglaría el farmacéutico para reenvasar las formas sólidas orales a tantas personas. Por una oficina de farmacia pasan muchas personas al día y no sé el numero de profesionales que serán necesarias para dispensar la formas sólidas orales adecuadas a cada paciente de esta forma, y encima escribir y pegar la etiqueta, con los datos mínimos.

Por otro lado, me imagino que la industria farmacéutica tendrá que envasar estas formas en envases a granel y que los farmacéuticos deberán disponer de ingentes cantidades de frascos. O bien la propia industria farmacéutica tendrá que adoptar un tipo de envase más pequeño.

Actualmente, la legislación no permite la manipulación de los medicamentos de los envases originales y esta norma habrá que modificar la ley.

Es verdad que se nos van muchos euros en el consumo de medicamentos. También es verdad que los farmacéuticos cada vez van perdiendo más poder adquisitivo con las continuas normas de distribución de los medicamentos y también es verdad que los laboratorios fabricantes de medicamentos se ven muy presionados por el gobierno a reducir los precios. Por otro lado, la ley exige a los médicos dispensar medicamentos genéricos de los cuales yo, como farmacéutico, dudo de su máxima eficacia terapéutica para conseguir el fin que se persigue.

Vendrán días de reuniones, de mesas redondas, de conferencias, de acuerdos interdisciplinares entre políticos y profesionales. Esta situación me coge prejubilado y ya quisiera estar activo y presente en estos eventos decisivos. Veremos en qué termina esto.

Todos los gobiernos entran obsesionados con el gasto farmacéutico, pero ninguno ataja el problema desde su origen que es la educación sanitaria de los ciudadanos, que pasa por la divulgación de la prevención de enfermedades y la cultura en el uso racional de los medicamentos. Si esto estuviera establecido, los médicos no se verían tan presionados a recetar a veces sin necesidad.

Conocí un caso de un médico pediatra que se tuvo que marchar de un pueblo porque se vio amenazado en varias ocasiones por padres de niños, a los cuales el buen pediatra no les recetaba medicamentos en proceso febriles víricos, recomendándole a los padres que contra la fiebre metieran al niño en agua tibia. Los padres se escandalizaban y casi fue agredido en dos ocasiones. Esto es de una incultura fenomenal. Los padres se hubieran quedado satisfechos si el buen pediatra le hubiera recetado al nene un antibiótico y un antitérmico.

Me pregunto qué tipo de información debe acompañar a los nuevos envases de dosis justas, porque algunas advertencias hay que hacer, como ciertas interacciones o efectos secundarios. Y otra cuestión es que si se agotan las unidades prescritas y el proceso patológico no ha remitido, habrá que ir de nuevo al médico y otra vez a la farmacia, con lo cual los paseos a estos dos profesionales va a aumentar en mucho y la gente no tiene tiempo.

Si se trata de ahorrar dinero, también hay que empezar por tantos gastos inútiles que se producen alrededor de cada uno de los políticos, de tantos sueldos en puestos absurdos, en esos elevados complementos de productividad de tantos directores médicos, gerentes de hospitales y jefes de servicios.

Es tanto el dinero que se va en cosas absurdas que pienso que lo que se va a reducir con esta medida del gasto farmacéutico es una cagadita de mosca con respecto a todo lo que se nos va en cosas inútiles e innecesarias que los propios políticos generan.

En fin, esperemos que impere el sentido común en las mesas de trabajo y que nadie salga peor parado de lo que ya se está.

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