Es al veterano político italiano Giulio Andreotti al que se le atribuye la conocida frase de que "si el poder desgasta, más aún desgasta la oposición". Y parece que los hechos diariamente la dan la razón. Es verdad que el ejercicio del poder conlleva un deterioro casi continuo porque las promesas incumplidas, los errores en la gestión, la imposibilidad de solucionar todos los problemas e incluso acciones totalmente desafortunadas, son hechos casi inevitables que van deteriorando la imagen de las personas que adquieren responsabilidades públicas. Pero contra esta situación de deterioro están los aciertos realizados, los problemas resueltos o el cumplimiento de parte del programa electoral. Todo eso, lo uno y lo otro, hacen que al final el deterioro y el acierto de la gestión pública puedan quedar más o menos compensados.

Más difícil sin duda parece ser el papel de la oposición que si bien no corre el riesgo de incumplir lo prometido ni errar en la solución de los problemas reales, tiene por el contrario que mantener día a día su posición política, tratando de hacer interesante su discurso y creíbles sus propuestas. No son los hechos sino las promesas de futuro lo que puede hacer atractiva la oposición para que un día pueda dejar se serlo. Y esto, credibilidad, solvencia y rigor no parece que estén al alcance de cualquiera. Ni tan siquiera puede pensarse que la experiencia en este cometido puede servir para hacerlo de forma acertada pues, a la vista está que el PP de Andalucía, el partido con más trienios de oposición de toda España, no parece haber encontrado la fórmula para acertar en su papel opositor al gobierno de la Junta de Andalucía. Pocas veces se ha llegado a situación más penosa que la del presidente andaluz de este partido tratando de sacar ventaja de la participación de Susana Díaz en las primarias del PSOE. Lo mismo un día la criticaba porque se iba a ir a Madrid y abandonaría Andalucía, que al día siguiente su ataque se apoyaba en que perdidas las primarias, tenía que quedarse al frente de la Junta. Su desesperado intento de perseguir el desgaste de la presidenta, pasara lo que pasara, le ha llevado al ridículo de criticar casi al mismo tiempo dos situaciones opuestas. Y es que en la oposición no todo sirve y la crítica al gobierno es mejor que sea fundamentada y coherente y que las propuestas que se hagan sean sólidas y creíbles. Así que visto el nivel, el gobierno andaluz debe cuidarse más en atinar en su gestión que en combatir a una oposición con tan escaso nivel de aciertos.

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