El PP en su laberinto ´Delatorriano´

El alcalde le pide al PP que le diga si quiere que siga y el partido le solicita al regidor que sea él quien se pronuncie

Juan Manuel Moreno Bonilla y Elías Bendodo, los dos máximos dirigentes del PP en Andalucía y Málaga, están probando en sus carnes la medicina que administra Francisco de la Torre en cualquier pugna política y que en muchas ocasiones ha concluido con el resultado apetecido para el regidor: la derrota por agotamiento del rival.

¿Pero qué es lo que quiere el alcalde de Málaga? Ésa es la pregunta del millón y aunque en esta sección ya he publicado dos artículos con el nombre de "Psicología Delatorriana", no me atrevería a afirmar que conozco la respuesta. A sus 75 años y subiendo con testigos los escalones de dos en dos, el munícipe no quiere marcharse a su casa en 2019. Ha dibujado una ciudad de autor y cuando los cuadros reciben más visitantes que nunca, en su fuero interno, cree que no hay mejor pintor para agrandar la exposición. Pero entra en juego la vanidad. Oficialmente él no pedirá que quiere continuar al frente de la Alcaldía. En todo caso, exige que sea el partido el que se lo demande. Así sucedió en las últimas elecciones, donde se apresuró a advertir que estaría los cuatro años al frente del gobierno municipal. Ahora mantiene la misma postura. Si el partido popular entiende que lo necesita para asegurar la continuidad de la principal Alcaldía que mantiene en España, que lo haga público. En caso contrario, que anuncie que prescinde de él y que apuestan por otro candidato.

El PP se encuentra en una encrucijada. Durante casi un año ha anunciado, a raíz de las declaraciones con la boca pequeña del alcalde, que esta primavera elegiría al nuevo aspirante, que no era otro que el presidente de Diputación, Elías Bendodo. Ahora, a la vista de la poca receptividad para facilitar el relevo mostrada por De la Torre, Moreno Bonilla ha acuñado una frase tradicional que resume, en cierta medida, la impotencia: "Los alcaldes los quitan los ciudadanos", en este caso los votantes, aunque en 2019 es posible que el aserto se pueda aplicar en las dos direcciones al partido naranja.

Si De la Torre no quiere decir públicamente que quiere seguir y el partido se lo exige para no cargar con la responsabilidad de que han amortizado al que, sin duda, todavía es su mejor activo electoral en la provincia, el laberinto no tiene muchas salidas. Y en esta batalla de desgaste, De la Torre es un experto. ¿Hablan los protagonistas o hay incomunicación completa? Hablan, pero luego las declaraciones públicas no se corresponden.

Una vez un concejal me contó que entró al despacho de De la Torre con una propuesta. No era la que defendía el alcalde pero, como no se opuso, salió con la convicción de que podía llevarla adelante. Craso error. Cuando intentó plasmarla, no le dejó. Cuestión de tiempo, el que el concejal debió invertir hasta convencerse de que su alternativa no era la buena sino la del alcalde.

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