DEBERÍA hacer caso el comité federal del PSOE a la petición a la que poco a poco se van sumando militantes para aplazar hasta el verano el congreso del partido, previsto para febrero. Menos en Andalucía, lo que ahora mismo necesitan los socialistas es tiempo y lo poco que se ha comprobado en este devenir tras las dos debacles electorales que han sufrido es que de momento las urgencias le impiden encontrarlo.

Tiempo para decidir si en las actuales circunstancias son posibles las recetas de izquierda para enfrentarse a la crisis y cuáles son, al margen de un puñado de enunciados bienintencionados y altamente demagógicos. Si es posible contraponer a este mundo globalizado de poderes fácticos y de mercados mecidos por manos visibles e invisibles el imperio de la política para y por los ciudadanos. Tiempo para resolver las decenas de asignaturas que se fueron dejando pendientes durante dos décadas porque el atractivo del poder causa una adicción imposible de superar. Tiempo incluso para proponer utopías para que cuando desciendan al pragmatismo en búsqueda de las clases medias al menos se pueda observar que han recorrido camino.

Es insólito que para aspirar a liderar el PSOE se necesite justificar el pedigrí y ganar así el marchamo de político nacional auténtico. Como sucedió ayer con Carme Chacón en ese acto almeriense de Olula del Río, el pueblo natal de su padre, para que la militancia, primero, y el electorado, después, la absuelvan del pecado catalán de su origen. Y al menos nos ha servido para conocer algo de la aspirante, con pasado ignoto de ministra. Hasta ayer su única trayectoria de relevancia es su afirmación reiterada estos meses de que se ve sobradamente preparada para dirigir esta formación centenaria. No sé si el socialismo que viene arranca con un acto de fe.

Primarias, abrirse a la sociedad, renovación, cambio... y cualesquiera de los habituales términos de la propaganda vacua han comenzado a sonar en las voces de Chacón y su contrincante Rubalcaba. Pero ambos demuestran que desconocen qué sucede de veras en su mundo ideológico. El PSOE sólo necesita ahora un núcleo de peso para conducir el partido. Un portavoz experto para controlar a Rajoy. Y margen para elegir un buen candidato(a) a presidente de Gobierno en 2019.