Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

El Pájaro

JAVIER Krahe llegó como invitado y se fue, murió, como aborigen del paraíso perdido, esa costa que arranca en Conil y finaliza en Tarifa, el Territorio Estrecho que diría Juan José Téllez: la costa de los atunes y de los majaras del viento que el Levante ha salvado a duras penas. Bendito aire por más jartible que sea. Sobre Zahara de los Atunes, donde Krahe falleció el pasado fin de semana, cayeron los Atlanterras y otras catetadas urbanísticas para dar alivio a los calores de los hijos del latifundio, esa estepa que ahora amarillea y que se extiende desde Tahivilla hasta el mismo Madrid. Después de Krahe llegaron sus amigos cantantes y actores y tras ellos, la multitud de comepeces, esa gente que clamaba en las terrazas por una ración de "pececitos fritos" y una botella helada de Castillo de San Diego, la Cadifornia de los hippies de temporá, los aplaudidores de atardeceres. Los madrileños, vascos y sevillanos coparon los agostos de la costa de los atunes mientras los alcaldes de uno y otro partido nos demostraban que su visión del turismo pasaba por muchos bloques de apartamentos y muy pocos hoteles porque el negocio, amigos, era el suelo.

Llegó la crisis, y Krahe se quedó. La última vez que lo vi alternaba el humo con el ventolín y el whisky pausado con la conversación. Las playas del Territorio Estrecho han vuelto a llenarse este mes de julio como en 2007, se ven menos neveras en la playa y más reservas en los restaurantes. Habrá que dejar el mes de agosto a los visitantes porque esto da la impresión de ser la orilla del Ganges.

Andrés Herrera, el Pájaro, canta en un chiringo bien de esta costa, acaba de tocar de telonero con Bob Dylan y demuestra por qué: su guitarra tiene más registros que su voz, que ya es decir. Fue guitarrista de Los Chanclas, benditos años noventa en una Zahara sin Atlanterras y unos Caños sin macarras. El Pájaro canta por Silvio, pero da la impresión que las masas hormonadas que beben mojitos en cañitas no conocen a ninguno de los dos sevillanos. Ni les suena. El desaliño de Silvio y la delgadez de Krahe se sitúan en las antípodas de este postureo agrocomarcal de testosterona. El Pájaro recuerda al amigo muerto, al fallecido de Zahara, canta una de sus canciones, pero el público cree que Krahe es una marca de cerveza artesanal. Tampoco le importa la guitarra de Andrés Herrera porque ellos están allí para hacerse un selfie sobre el atardecer con el resto de sus amigos onanistas y escuchar al pinchadiscos con cara de cadáver.

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