Palos de ciego

La manipulación ejercida en el pasado por EEUU en muchos países parece habérsele vuelto hoy en contra

En 1932 el físico alemán Werner Karl Heisenberg recibía, a sus 31 años, el premio Nobel por sus aportaciones a la mecánica cuántica. Pero cinco años antes había establecido uno de sus resultados más apasionantes, el principio de incertidumbre, por el cual demostraba que, cuando queremos medir algunos datos con demasiada exactitud, acabamos interviniendo en el propio resultado, y por tanto haciendo erróneas las conclusiones. Dicho de otra manera, la tolerancia ante resultados adversos que poseamos, nos permitirá llegar a los mejores resultados posibles.

Hoy Estados Unidos está viviendo un proceso similar al que Heisenberg predecía. Durante el proceso electoral se llegó a estar tan absolutamente seguro de la victoria de Clinton que, aún hoy, no salen de su asombro y buscan con ahínco lo que votó cada elector. Probablemente quieran demostrar que hubo una manipulación exterior, pero deberían pararse a pensar que la propia búsqueda de la exactitud pudiera ser una manipulación en sí. Cuando nos paramos a contemplar los escenarios posibles nos enfrentamos a dos situaciones complejas para la administración actual. Por una parte, si Rusia trató de influir a través de las redes sociales, podemos comprobar que falló, porque son los estados periféricos o costeros los que poseen una mayor implantación de dichas redes y, precisamente en ellos, donde Clinton venció de forma apabullante. Por otra, si se introdujeron noticias falsas o, peor aún, si se trataron de modificar los resultados de las máquinas de recuento, el agujero de seguridad electoral que habría tenido EEUU haría dimitir al propio presidente Obama y dejaría en un serio aprieto a los servicios secretos norteamericanos.

La manipulación ejercida en el pasado por EEUU, en muchos de los procesos electorales de otros países, parece haberse vuelto hoy en contra, y sería importante reconducir la situación para evitarla en el futuro. Para ello deberían establecerse unas pautas de juego limpio internacionales en este campo. España ya recibió demasiados insultos proferidos desde Venezuela por Maduro en las últimas elecciones y estos intentos de influir, ya sea mediática o económicamente, en lo que ocurra en otros lugares, debería ser regulado por organizaciones como la ONU. Pensemos que la libertad de elección y la democracia son valores trascendentales que solo transgreden aquellos que no los cumplen en sus propios países.

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