Sorprendetemente, ha sido el PNV el que nos ha rescatado de la vergonzosa comedia de enredo que sobre las pensiones había creado el PP con la colaboración de su apoyo parlamentario, Ciudadanos. La frase de Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, reclamando a los pensionistas que salieran a la calle para agradecer al Ejecutivo la subida de sus retribuciones fue el último acto de esta sonrojante representación. Antes fue sacar a pasear el espantajo de la imposibilidad de mantener el actual sistema de pensiones, reclamando a la ciudadanía que se prestara a ahorrar y a invertir en fondos de pensiones si querían mantener una vejez digna. Después, ante la ola de indignación que esa resignación gubernamental produjo, se inició una lamentable subasta de promesas y subidas. Fue a Rivera al que le faltó tiempo para plantarse ante los periodistas y proclamar que gracias a ellos las pensiones de los jubilados se subían el 2%. El enfado del Gobierno ante esta usurpación, porque se reclamaba artífice de tan generosa dádiva, le obligó a mejorar la apuesta y elevarla al 3%.

Con esta indecorosa maniobra los pensionistas se sintieron mera mercancía electoral, sujetos a la coyuntura política de cada momento. La actitud de ambos partidos nos retrotraían a varias décadas atrás, cuando la actualización de las pensiones dependía de la voluntad política del Gobierno de turno. Y este retroceso se hacía, según ellos, con estrictos criterios de racionalidad y rigor, pues, como unos y otros mantenían, no era posible aplicar subidas relacionadas con el IPC porque esto significaría la inevitable quiebra del sistema de pensiones. Así lo explicaban haciendo a la vez acusaciones de demagogia a los que no aceptaban su criterio. No entendían que lo que estaba en juego no era sólo una subida coyuntural de las pensiones, sino la consolidación de un derecho adquirido y la recuperación de la dignidad para no ser tratados exclusivamente como apetecible granero de votos. Y en esta lamentable pugna por medallas, méritos y votos aparece el PNV (quién lo iba a decir) y en una mañana hace desaparecer las imposibilidades presupuestarias y los futuros riesgos del sistema para imponer el criterio de actualización que hasta el día de la víspera se negaba. Y mientras tanto Cs intentaba explotar su filón electoral antinacionalista inventándose riesgos de ruptura de la caja única de la Seguridad Social o el acercamiento de los presos etarras al País Vasco. Mayor ridículo no cabe.

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