Pirómanos

La mugre arde que se las pela y para meterle fuego solo necesita una cerilla

Mame Mbaye murió el jueves de un paro cardiaco en el madrileño Lavapiés. Por la noche, un compatriota suyo corrió la misma suerte a causa de un ictus. Si es lamentable la muerte de una persona, la de dos lo es el doble. Aunque la segunda apenas hay ocupado un renglón en medio de las noticias. Bastaba la primera para desencadenar una ola de protestas e incendiar las redes, que es el paso previo para incendiar los contenedores de basura. La mugre arde que se las pela y para meterle fuego solo necesita una cerilla. Desde que España empezó la cruzada contra el tabaco, el número de políticos que creen que el humo no entraña peligro no ha dejado de crecer y los pirómanos campan a sus anchas entre el dolor ajeno. Como el dolor se lleva mejor en familia, cuando la tuya está lejos, fabricas una chabola con los que encuentras cerca. A los senegaleses les pasa lo mismo que les pasó a los españoles que se fueron a Suiza. El hombre tiende a agruparse donde encuentra calor y en la calle hace un frío cuando además llueve. Por lo que no es extraño que se caldeen los ánimos cuando no se hace gran cosa para templarlos. Que es lo que debe hacer cualquier líder. Eso, y mantener un mínimo de coherencia. Seguramente ha sido la coherencia con sus principios lo que ha llevado a la concejala madrileña Rommy Arce a culpar a la "xenofobia institucional" de la muerte del ciudadano senegalés. Las acciones de la policía son acciones institucionales. Ordenes, de su compañero el concejal de seguridad ciudadana, empeñado en perseguir manteros emigrantes ante la falta de autóctonos. La misma coherencia de su compañeros parlamentarios, cuya preocupación por la desproporción entre el delito de vender productos falsificados y la sanción administrativa por defraudar 120.000 euros no les llevará a reconsiderar el tratamiento de este último comportamiento. Coherencia de la propia alcaldesa en la defensa de ella, su concejal de Seguridad y de la actuación de la propia policía, que ha calificado como intachable. E incoherencia de todos a la vez, dispuestos a estar en misa y repicando. En el gobierno, en la oposición y mirando a otra esquina al mismo tiempo. La esquina en la que llovieron mesas sobre los policías. Que mantuvieron la misma calma que los vecinos a los que les reventaron los coches o les quemaron contenedores debajo de sus casas. Toda una prueba de que este país no es racista. Por ahora.

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