Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Postales desde el filo

José Asenjo

Política es política

EL pasado mes de agosto concluía mi anterior etapa de colaboración en Málaga Hoy. En esta breve ausencia ha podido más el mono del columnista que el imperativo de ser coherente con los argumentos esgrimidos para mi despedida. Los responsables del periódico, supongo que más por amistad que por necesidades editoriales, me han vuelto a alojar en sus páginas de opinión. Cuando inicié mis Interiores acababa de abandonar la política y se suponía, por mi prolongada experiencia, que tendría cosas de interés que contar. Ahora mi posición es distinta y mi punto de vista menos distante. Espero que este handicap que, como cartas sobre el tapete expongo a mis improbables lectores, no merme el posible interés de mis escritos. Confío en no desafinar entre la estupenda nómina de articulistas y columnistas de este periódico y sobre todo no traicionar el imprescindible espíritu crítico que les anima.

En estos meses de ausencia han pasado demasiadas cosas. Entonces estábamos al borde del abismo y ahora, sujetos a una rama, nos esforzamos en alcanzar con la otra mano el filo del precipicio. Lo peor no son las cifras, las hemos tenido peores, al menos en términos relativos, sino la sensación de amargo despertar. Ha llegado el tiempo de tomar decisiones y ninguna será fácil. El Gobierno ha cometido evidentes errores de apreciación de la realidad y a su presidente le ha acabado traicionando su pertinaz optimismo. Es una regla de la política que los gobiernos capitalizarán los éxitos, aunque no sean propios, y consecuentemente se les responsabilizará de los fracasos, aunque tampoco sean del todo suyos. Pero lo cierto es que ya en la crisis de los setenta las voces más sensatas hablaban de la necesidad de cambiar nuestro patrón de crecimiento basado en construcción/turismo. En la siguiente década el PSOE teorizó en su Programa 2000 sobre un nuevo modelo socio-económico para España, pero aquellos debates y propuestas a pesar de su brío acabaron olvidados en algún almacén de Ferraz. Después Felipe González, que no rehuyó abordar reformas estructurales, tuvo que salir del Gobierno para convertirse en un lúcido divulgador de la sociedad del conocimiento. Ahora dentro y fuera de España señalan a Zapatero como culpable del desaguisado. En el caso de Aznar resulta verdaderamente significativo: para la mayoría de expertos, la confluencia de sus medidas liberalizadoras del suelo con el inicio del ciclo de expansión del crédito dieron origen a la burbuja que, casi una década después, le estalló en las manos al Ejecutivo socialista. Que la oposición pretenda convertir al Gobierno en único responsable, forma parte de la naturaleza de las cosas; aunque la retórica partidista oculte una manifiesta incapacidad para corregir las debilidades de nuestro sistema productivo. Si nos empecinamos en aplicar fórmulas simplistas a los problemas reales, por muy complejos que sean, reduciremos la política a lo que el sabio Boskov decía del fútbol.

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