¿Preguntar es ofender?

De los comentarios hirientes, uno se retracta; pero no se piden disculpas. Quim Torra tenía intención de ofender

Se pide perdón por un pisotón o al chocar con alguien en el ascensor. Se pide perdón cuando molestamos sin querer, con un gesto o comentario que en principio no tenía por qué ser ofensivo, pero que al otro le sienta mal. De los comentarios hirientes y las opiniones peyorativas, uno se retracta. Pero no se piden disculpas y se echan pelillos a la mar como si no se hubiera roto un plato y hace el nuevo Molt honorable president, el Sr. Quim Torra, para quien el revuelo montado por sus twitts y columnas de opinión no tiene sentido. Su intención no era ofender.

Cuando a Winston Churchill le preguntaron su opinión sobre los franceses contestó "No sé, son muchos y no los conozco a todos". Churchill era un hombre de estado y sabía que a los franceses les pasa como cualquier hijo de vecino: que cada uno es de su padre y su madre. Y por supuesto, no quería ofender y sabía que, dijese lo que dijese, alguno se sentiría así. Torra hizo justo lo contrario: meter a todos los españoles en el mismo saco para calificarnos como gentes sin vergüenza, expoliadores, poco democráticos y fascistas. Comentarios por los que ahora se disculpa y pregunta por qué se le guzga seis años después, ignorando el resto de su trayectoria. Tiene razón. La crítica de Arrimadas durante su investidura como president no debió quedarse en esa anécdota. La referencia al homenaje del honorable a Daniel Cardona en un artículo publicado en 2014 merecía mayor dedicación. Sobre todo, porque al margen del lícito sentimiento independentista del autor, la loa al fundador de Nosaltres Sols es la alabanza a un partido fascista que, amparado en un racismo pseudocientífico, propugnaba la superioridad racial e intelectual del catalán frente al resto de españoles. Idea que, si antes no se rechaza, desautoriza cualquier causa que se sustente en ella, impregna sus Twitts e invalida cualquier disculpa.

Europa tiene un grave problema con el auge de los movimientos xenófobos. Si en Alemania ganase las elecciones un partido que promulgase la superioridad de los bávaros frente a los hamburgueses, es muy probable que nos echásemos a reír. Pero si en Berlín gobernarse un partido neonazi, las risas tornarían llantos. Hasta ahora España se ha salvado de esta epidemia. Por eso convendría que, igual que en el chiste y dado que preguntar no es ofender, el Sr. Torra contestase a la pregunta: ¿president, es usted es un fascista?

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