Desde que comenzó el juicio de los ERE se ha apreciado un gran afán del tribunal por agilizar la vista oral y tratar de impedir cualquier suspensión, alguna de ella motivado por los problemas de salud de varios acusados. Detrás de ese interés por respetar el calendario fijado están no sólo las presiones del TSJA para que el juicio arrancara y se celebre cuanto antes -no hay que olvidar que hace más de siete años desde que se inició la causa-, sino las de los otros jueces de la Audiencia que no ven bien que sólo haya tres días de juicio a la semana cuando ellos denuncian los riesgos para su salud por la sobrecarga de trabajo.

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