Presupuestos a destiempo

Creo que no es lógico que en una ciudad como Málaga las inversiones supongan el 60% de lo que cuesta la limpieza

Una de las consecuencias del complejo panorama político que alumbró las pasadas elecciones municipales de 2015, es la dificultad para consensuar los presupuestos municipales cuando al frente de los gobiernos municipales hay una amalgama de partidos políticos. Las ochos capitales andaluzas comenzaron el año sin sus cuentas aprobadas y a estas alturas todavía hay importantes consistorios de la provincia que no han cumplimentado el trámite.

Málaga capital dio luz verde a sus números el pasado lunes 13 de marzo. Un avance en las fechas respecto al año pasado. En 2017 cinco días antes que en 2016. Los periodistas tenemos la costumbre de poner altavoz a esas cifras comprometidas ante la solemnidad de un Pleno. Pero generalmente cuando concluye el año se nos olvida verificar el grado de cumplimiento de los proyectos. Tampoco es fácil la verificación, pese a que algunos ayuntamientos pregonen sus páginas de transparencia.

Del presupuesto del Ayuntamiento de Málaga me llamó la atención que de los 749 millones que supone el montante global de todas las partidas municipales, casi 100 millones de euros deban destinarse a la limpieza. Y pese a esta cantidad que a simple vista parece desorbitada, la sensación es que la capital es una ciudad más o menos sucia. Es curioso, pero salvo en casos y zonas concretas esas quejas no copan el día a día de la información en otras ciudades de la provincia. Aunque el malestar de los hosteleros en los cascos históricos de las urbes más significativas por esa falta de aseo sale a relucir también de vez en cuando. ¿Pero es lógico que las nuevas inversiones sólo supongan un 60% del esfuerzo que debe destinar un municipio para intentar mantener presentables las calles de una ciudad, y como resultado general la mayoría esté descontenta? Mi opinión es que no.

Una partida más discutible son los 15 millones que este año costará mantener "la ciudad de los museos". Una cifra también más que significativa. Pero aquí poco podemos alzar la voz. Es la apuesta estratégica de esta capital, o del alcalde Francisco de la Torre, para ser más precisos, y hasta ahora es indiscutible que aparentemente resulta rentable en términos turísticos. Aunque sea muy complicado determinar qué porcentaje del más del millón de visitantes eligieron el año pasado este destino por el gancho de esta oferta cultural.

El problema es que la ciudad tiene pendiente otros desafíos importantes para asentar su futuro y hasta ahora la cantinela siempre es la misma. Hay que pedir ayuda a otras administraciones porque en solitario no se pueden abordar. No es así.

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