Priapismo atómico

La única experiencia de acercamiento entre países fronterizos hermanos es la unión de las dos Alemanias

Hace unos 20 años que mi querido amigo Salvador Moreno Peralta nos dedicaba un satírico artículo titulado Priapismo arquitectónico a un grupo de malagueños que tratábamos de impulsar una torre emblemática para Málaga. Hoy otro tipo de priapismo, algo más peligroso y del tipo "tengo un misil nuclear más grande que el tuyo", parece haber desembocado en un posible acuerdo de paz entre las dos Coreas que hubiera sido imposible hace apenas unas semanas.

Algún día sabremos si todo ello se debió al comportamiento de los dos histriónicos personajes, como son el presidente norteamericano Donald Trump y el dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un, o algo tuvo que ver el cierre de fronteras de China. De momento lo que sí podemos reconocer es que el mundo parece haber dado un paso de gigantes en el camino hacia la desnuclearización. Desde la Segunda Guerra Mundial hemos vivido un enfrentamiento permanente a lo largo del paralelo 38, donde los coreanos del norte y del sur eran simples tragaldabas golpeados incesantemente por chinos y soviéticos de un lado, y estadounidenses del otro. Probablemente sea el último rescoldo latente de una guerra fría ya olvidada, pero que ahora se enfrenta con la diatriba entre un país hiperdesarrollado e industrializado, a un lado, frente a otro semifeudal y empobrecido, aunque eso sí, muy nuclearizado.

Evidentemente una cuestión curiosa va a ser la lectura que el mundo haga de todo este acuerdo. Si en 1973 le fue concedido el premio Nobel de la Paz a Henry Kissinger por finalizar el conflicto de EEUU con Vietnam, y en 2016 se le otorgó a Juan Manuel Santos por lograr el acuerdo de paz con la guerrilla tras 50 años de conflicto en Colombia, inevitablemente se buscará que los principales protagonistas del acuerdo entre las dos Coreas también sean premiados. Sólo de pensar en Trump y Kim Jong Un en el mismo escenario debe hacer temblar a todo el Comité Nobel noruego. Pero después de concedérselo a Barack Obama poco antes de ordenar la intervención en Libia, tendrá difícil justificación cualquier posible rechazo.

A partir de ahora se abre un interesante paradigma: la única experiencia de acercamiento entre países fronterizos hermanos, tan alejados económicamente como éstos, es la unión de las dos Alemanias. ¿Se producirá una nueva y pacífica caída del muro que las separa o seguirán las familias aisladas y desoladas? Pronto lo sabremos.

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