EN mi larga vida de lector de poesía, no sé si por mi edad, pero caigo inconscientemente en aquello de los resúmenes, en repasar lo leído, de redisfrutar lo disfrutado, en constatar de nuevo, sin prejuicios ni posjuicios, la calidad, la belleza, la poesía de los poetas que te hacen suyos; la palabra afín, el pellico, el escozor de la otra vez coincidencia de sentires. Uno de mis libros preferidos -sin emulación- es el Marinero en tierra de Rafael Alberti. Lo leí de muchacho y lo releo cuando me falta Andalucía, cuando necesito refrescar mi traqueteada identidad. Juan Ramón Jiménez le escribió a Rafael una carta cuando conoció como jurado al "marinero". Entre otras cosas le decía: "Poesía "popular", pero sin acarreo fácil: personalísima; de tradición española, sin retorno innecesario; nueva; fresca y acabada a la vez; rendida, ágil, graciosa, parpadeante; andalucísima. ¡Bendita sea la Sierra de Rute, en donde la nostalgia de nuestro solo mar del sudoeste le ha hecho exhalar a usted, hiriéndole a diario con la espada de sal de su brisa, esa exquisita sangre evaporada!" En poesía, hay que ser reincidente.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios