La esquina

josé / aguilar

Rajoy presume de empleo

UN descenso del número de parados que se cifra en 295.600 y una creación de 411.000 puestos de trabajo marcan la estadística más esperada -antes, más temida- por la sociedad española. El trimestre abril-junio de 2015, que ha asistido a una bajada del desempleo en todas las comunidades autónomas excepto Asturias, quizás sea recordado en el futuro como aquel en que el Partido Popular empezó a ganar las elecciones generales (aun habiendo perdido las andaluzas y retrocedido en las municipales).

Todavía la tasa de paro supera el 22% y el número de parados sigue por encima de los cinco millones, pero la tendencia a la baja, que había asomado en los últimos trimestres, se ha consolidado en el último, y con una intensidad desconocida desde el estallido de la crisis. La cautela y la prudencia con que sigue siendo obligatorio analizar la Encuesta de Población Activa no autorizan a eludir este dato: el porcentaje de parados se sitúa dos décimas por debajo del que sufríamos en diciembre de 2011, cuando el PP ganó las elecciones.

Sí, de acuerdo, el empleo generado en este segundo trimestre de 2015 -el mejor en diez años- es en buena parte precario, temporal y escasamente remunerado. Pero es empleo, al fin y al cabo, y la mayoría de los que lo han logrado seguro que están algo más contentos en su actual situación que con la anterior.

Lo más significativo desde el punto de vista político de este nuevo escenario es que viene a reforzar el discurso con el que Mariano Rajoy ha armado toda su gestión: los sacrificios han sido necesarios y sólo gracias a ellos la sociedad española empieza a ver el final del túnel. Ha corrido un gran riesgo al centrar obsesivamente su mandato en la mejora de la economía y minusvalorar en la práctica los demás elementos de desgaste (los escándalos de corrupción, el desprestigio de las instituciones, la emergencia de nuevas fuerzas políticas), pero los hechos parecen apuntar -no asegurar, que eso no lo puede creer ni él mismo- a que su paciencia va a ser recompensada.

Como los últimos reveses electorales no han acabado con la condición del PP de primer partido de España, no es descabellado pensar que el factor empleo y repunte de la crisis resulte definitivo para que Rajoy revalide su triunfo en unas elecciones generales. Queda comprobar por cuánto. Y antes, ver si tropieza o no en el tremendo escollo catalán.

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