Crónica personal

Pilar / cernuda

El 20-N de Rajoy

SE conmemora esta semana el segundo aniversario del triunfo absoluto de Rajoy y el PP en unas elecciones, el 20 de noviembre. Rajoy llega al ecuador de la legislatura con una pérdida considerable de votos según indican todos los sondeos, aunque le queda el consuelo de que siempre según los sondeos todavía se encuentra en condiciones de ganar nuevas elecciones, porque los socialistas no arrancan a pesar del deterioro del Gobierno.

Rajoy se ha visto obligado a tomar medidas drásticas para enderezar la economía, pero todavía no ha creado empleo, que es la principal exigencia de los españoles y es la prioridad del Gobierno, aunque tanto el presidente como su equipo insisten en que para crear empleo era necesario previamente arreglar la grave situación del sistema financiero y los desajustes estructurales. Pero hasta el momento no ha cosechado grandes simpatías por la dureza de sus políticas, por la sensación de que se ha metido poca mano al gasto público mientras se castiga de forma implacable a las clases medias y además no se han aprobado algunas de sus más emblemáticas promesas electorales.

El presidente no ha sabido explicar los porqués de esos incumplimientos, y tampoco ha sabido moverse en el terreno de la calidez. Y eso no le ha ayudado, de ahí su deteriorada imagen. Entres sus logros están sin duda las cifras económicas, así como su empeño en emprender iniciativas que considera imprescindibles para que España pueda encarar el futuro con cierta tranquilidad: una importante reforma laboral que ha provocado la llegada de la inversión extranjera, una reforma educativa que era necesaria pero que el ministro Wert ha impuesto a toque de corneta y con escasa persuasión, y una excesivamente tibia reforma de las administraciones públicas, tibia porque Rajoy no se ha atrevisdo a enfrentarse a sus barones regionales y municipales.

A mitad de legislatura el desencanto hacia el PP y hacia el PSOE por su falta de compromiso y de capacidad de ilusionar, así como por los sucesivos y graves casos de corrupción, ha provocado las simpatías hacia los partidos minoritarios, que pueden convertirse en piezas clave para conformar futuros gobiernos. Un peligro para el necesario sosiego parlamen tario.

La primera parte de su legislatura la puede salvar Rajoy con un aprobado raspado porque es evidente que las perspectivas económicas han mejorado sensiblemente. Pero si pretende salvar la segunda parte, ya puede ir pensando en salir de su concha y presentar su perfil más humano para empezar a resolver las grandes cuestiones sociales.

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