'Remake'

Años de espera en los que lo heroico supongo que será sobrevivir al aguardo de que caiga la roña de este tiempo

Hace unos días cometí la imperdonable osadía de ver el remake de la clásica Ben-Hur, el fabuloso filme de William Wyler de 1959. Cuando se anunció el rodaje de esta nueva versión, hace ya más de un año, me dije a mí mismo que no caería en el error , pero al final la curiosidad cinéfila mató al gato y ahí que estuve dos horas observando como lo que antes, en la de Wyler, era emocionante aquí se convertía en tedio y sonrojo. Una romanada infame, un péplum barato y recauchutado, que se adivina carente por completo de sentido y que se si ha filmado sospecho que ha sido para darle al nuevo público criado al calor de la PlayStation un filme más masticable y simplón que el clásico y para recrear la eterna carrera de cuadrigas entre Judá Ben-Hur y Mesala como si se tratase de una retransmisión dominical del Gran Premio de Indianápolis. Más vulgaridad es imposible, y lo malo es que desde que la vi he comenzado a darle vueltas a la idea de que casi todo en este tiempo nuestro se ha vuelto así: remake cutre de algo que ya, para bien o para mal, fue en el pasado. Me pasa con Trump, con su discurso del miedo y del odio, con su rancia arrogancia ultranacionalista, pero también con nuestro agostado Rajoy y su vulgarón Montoro y con esa Angela Merkel que parece metida en un búnker berlinés a la espera de que pase la tormenta. Tampoco ayudan por aquí Iglesias y Errejón, con esa pugna suya por las migajas del poder más vieja que la barba de Marx, ni esa Susana Díaz convertida en maestra de la especulación política, del tiro la piedra y escondo la mano, que se dedica a jugar al cuatrillo mientras Pedro Sánchez se convierte en pastiche quijotesco, en grotesca representación del caballero andante, en Roland de baratillo. En fin, que supongo que ya todo está inventado, o que lo que fue ya no es y la esperanza que esté por venir aún no ha nacido. Mientras tanto no queda sino vivir en este tiempo de remake, de plagio y copiaypega, en el que hasta los melocotones saben a plástico y en el que la música se torna reguettón cansino y repetido. Años pues de espera en los que lo heroico supongo que será sobrevivir al aguardo de que al espíritu humano se le caiga el pestazo y la roña de este tiempo de herrumbre, angostura mental y decadencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios