De rebote

José Manuel Olías

Réquiem por un equipo

SÓLO quedan las ganas de llorar, cantaba Jeanette, ahora le parafrasea Bunbury. Fue el sentimieno de los 8.625 espectadores que siguieron en vivo el miércoles el esperpento de partido que ofreció el Unicaja. Fue el réquiem por un equipo de baloncesto, quién sabe si algo más, si el temporal puede causar un destrozo superior.

El patrocinio es esclavo. Retirarse supone una pérdida de imagen notable, sobre todo con la vinculación que existe entre la Caja y el baloncesto en Málaga. Reducir la importantísima aportación económica equivale a pérdida de competitividad para un club que hasta el año pasado competía con los mejores equipos del continente. Malo también en términos de prestigio. Hay que recordar que durante tres temporadas consecutivas el equipo que fue a la postre campeón de Europa (Maccabi, CSKA y Panathinaikos) perdió previamente en el Martín Carpena. El mismo lugar donde un equipo polaco llamado Asecco Prokom mancilló la honra de mucha gente y propició que la afición pidiera dimisiones.

Y aumentar la partida económica no es razonable en estos tiempos en los que se impone la austeridad, por sentido común. Es una espiral de la que es complicado escapar. El éxito pide más éxito y en el Unicaja no se ha sabido gestionar el después de la época más gloriosa del club.

Escribía hace dos semanas sobre la orfandad del fracaso. No hay novedades en el asunto, nadie da un paso el frente. Todos son culpables, aunque todos escurran el bulto. Jugadores que cobran una media de 700.000 euros, la mayoría internacionales por sus países. Un entrenador que no hace honor en Málaga a su excepcional palmarés. Una dirección deportiva y general que sólo ve fantasmas y no otorga soluciones. Un Consejo culpable de confiar en personas no adecuadas.

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