La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El Rey bombero

El Rey vuelve a ejercer ejemplarmente su papel, tan difícil por los propios límites constitucionales

Al igual que en octubre tuvo que intervenir con un discurso televisado que tenía como único precedente el de su padre el 23-F, ahora el Rey ha tenido que acudir al Foro Económico Mundial de Davos para dar la cara por España. Lo excepcional del conflicto provocado por Cataluña, agravado por la mala información que la mayoría de los medios internacionales han dado y dan sobre ella (como si nuestro país siguiera siendo el enigma histórico sobre el que escribió don Claudio Sánchez Albornoz), ha obligado a que por primera vez un Jefe de Estado español intervenga en este foro. Si en octubre inició su discurso con el ya histórico "estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática", en Davos dijo ayer: "Hemos asistido a un intento de socavar las reglas básicas de la democracia… La lección que hay que aprender de esta crisis, una lección no sólo para España, sino para las democracias en general, es la necesidad de preservar el respeto a la ley como uno de los pilares de la democracia y el respeto al pluralismo político y el principio básico de la soberanía nacional que, de hecho, pertenece a todos los ciudadanos".

Mientras tanto el improbable demócrata Torrent se reunía en Bruselas con el imputado por sedición, malversación y rebelión -además de prófugo de la Justicia- Puigdemont para, según la oficina del presidente del Parlament, "defender los derechos de los 135 diputados, también los que están en prisión y en el exilio". Con ello proyectaba una vez más la imagen del Estado español y el Gobierno de España como antidemocráticos represores de las libertades, y de Puigdemont, no como golpista fugado de la Justicia, sino como un exiliado político.

Así se comprende que el Rey tenga que hacer otra vez de bombero. Es cierto que es su papel, tan difícil por la tensión entre sus límites constitucionales y su enorme responsabilidad. Pero mejor que no se vea obligado a ejercerlo. Porque allí donde acude un bombero hay fuego. Y tanto su discurso televisado de octubre como su comparecencia en Davos responden a un incendio político provocado por los pirómanos del nacionalismo tan exactamente denunciados por la profesora Wind cuando le dijo al prófugo Puigdemont: "¿Es una balcanización? ¿Lo que quiere es un Estado limpio étnicamente? ¿Ése es su ideal? ¿Pequeños estados que están basados en que todos tengan la misma lengua y una etnia o identidad?".

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