DESDE la redacción se oye el bullicio que llega desde la calle Larios. Las Navidades han sido amenizadas por una incansable y ecléctica charanga. O varias, capaces de tocar Los peces en el río y acto seguido A quién le importa, tema muy navideño, propio de la época.

Ayer llegaba el bullicio de la Cabalgata de Reyes. Siempre fue un día de ilusión, el más bonito del año, dicen, para hijos o padres. Hijo ya mayor sin ser padre, tengo el leve recuerdo de aquellos cosquilleos en la barriga y el despertar más agradable del año, sin sueño y sin legañas para encontrar el regalo y desenvolverlo con voracidad. Una de las mejores sensaciones que se pueden experimentar. Ahora cuesta ilusionarse y se deriva al presente automático y por compromiso, con entusiasmo escaso y caro. Muchas veces los mejores regalos son los más baratos, porque no cuestan ningún dinero.

"El fútbol es un estado de ánimo". Es una frase atribuida a Jorge Valdano, aplicable a la vida en general. El estado de ánimo, la atmósfera que nos envuelve, es sucio pese al maravilloso sol que luce como no recuerdo en estas fechas. Uno no sabe de dónde está en el límite entre la sugestión por las malas noticas y la realidad dura, años de plomo que vienen por delante, previsiones catastrofistas, el colapso del sistema. En una tertulia televisiva ayer se criticaba el poco sectarismo de un partido político.

En fin, la ilusión que un día inundaba el cuerpo se ha secado. Hoy será un día más en el trabajo. Y todavía hay que dar gracias. "Cualquier joven mataría por un trabajo 400 euros al mes". Oído también en la misma tertulia de un vehemente defensor de los minijobs. Seguramente también estaría feliz con un látigo golpeándole en la espalda.

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