Ridículo empresarial

Andalucía necesita dirigentes empresariales menos dados a las copitas, al compadreo, a las bromas sexistas y al postureo

Se ha cerrado en falso el lamentable incidente de la semana pasada en la Cámara de Comercio de Sevilla, en el que un vocal de la institución, ebrio, se abalanzó sobre una diputada para simular un beso en la boca. No basta con la dimisión del procaz empresario. Sus disculpas y su renuncia pueden saldar el insulto, pero no el ridículo. Un ridículo que han hecho de su mano los empresarios sevillanos. Es lo que tienen estos cargos electos o como quiera que se hayan decidido. Muñoz Merino ha tenido la máxima notoriedad nacional y con él sus cuates de la Cámara. Una fama muy negativa, cuya huella queda en el inconsciente colectivo. Su aparición en los medios para disculparse le favorece; peor habría sido que optara por esconderse. Pero el argumento de que estaba bebido no le exonera: que influyese el alcohol es más un agravante que una eximente.

El suceso ocurrió tras la inauguración de una exposición sobre los 50 años de la Agencia Efe en Andalucía, a la que asistieron figuras de la política y el mundo empresarial. Quien sí ha optado por esconderse ha sido el presidente de la institución. No se han visto disculpas mayores de Francisco Herrero. Pero fue él quien envió a buscar expresamente a la diputada Teresa Rodríguez, para que subiese a la planta noble del edificio de la Cámara. Tras mucho porfiar, invocado su nombre, consiguieron que la joven líder de Podemos acudiera. Una cortesía; tenía prisa y sin la insistencia de la emisaria de Herrero se habría marchado. Pero el anfitrión quería presumir de la antigua Casa de los Vázquez Parladé, o al menos del despacho de todo un presidente. Un presidente al que, tras la embestida machista de su compañero y amigo, en vez de pedir perdón sólo se le ocurrió una broma: "Teresa, ten cuidado con Manolo que te vende un mueble". Debería saber que un beodo no es la mejor compañía para visitas de protocolo. Y para colmo, tardó cuatro días en cesarlo; sólo lo hizo cuando se armó el escándalo nacional.

Algunos tenemos serias dudas sobre la utilidad de las Cámaras de Comercio en la actualidad o sobre su verdadera representatividad de un empresariado andaluz dinámico, joven y moderno, ¡que existe! Pero la actuación de esta gerentocracia empresarial lo que reclama es, al menos, una renovación de los cabecillas. Andalucía necesita una clase dirigente menos dada a las copitas, al compadreo, al flamenqueo, a las bromas sexistas o al postureo. Si el incidente empuja a una regeneración en ese sentido, no se habrá cerrado en falso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios