Luces y sombras

Antonio Méndez

'Rosas' y 'gaviotas'

TRAS casi tres décadas de autonomía, desde el punto de vista político Andalucía se apresta a vivir las elecciones más importantes de su historia. Por primera vez es algo más que una posibilidad que las urnas dicten el triunfo de la alternancia y que los gobiernos socialistas dejen paso a los populares.

Pero a fecha de hoy todavía hay expertos demoscópicos que mantienen que cabe un porcentaje de sorpresa en el cantado resultado del partido. Pervive esa sensación de incredulidad de que será necesario verlo para proclamarlo, el cambio. El propio líder del PP, Javier Arenas, advertía en la reciente convención que su partido celebró en Málaga, que no deseaba titulares al día siguiente de los comicios del estilo "El PP gana las elecciones andaluzas" sino "El PP gobernará Andalucía".

Pocos resortes le quedan por utilizar a los socialistas después de que el 20-N se les volviera en su contra el discurso del miedo. Supongo que alertarán del peligro para la democracia de un país pintado al completo de azul. Pero también ha sido perjudicial que en 30 años de naturaleza andaluza las rosas hayan monopolizado el poder en detrimento de las gaviotas. O quizá puedan esgrimir ante el diluvio que nos azota: "Con nosotros navegáis en patera pero con ellos usaréis por turno los chalecos salvavidas".

Pero no parece que sea ése el camino elegido a la vista del notable alto con el que los responsables de la Junta han calificado su gestión estos cuatro últimos años en Málaga. El primer folio y medio de los 12 que conforman el resumen del balance recogen los planes de empleo, desde los destinados a apoyar a los ayuntamientos a las mejoras en los colegios. Préstamos a las empresas malagueñas, convenios para fortalecer la investigación y la apuesta por un cambio del modelo productivo en la provincia. Será por eso que sólo tenemos 251.700 parados

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