LA previsión más optimista sobre la economía española realizada hasta ahora, procedente del servicio de estudios del BBVA, cifraba en 2,7% el crecimiento del Producto Interior Bruto nacional en los años 2015 y 2016. Ayer fue superada. El documento España 2018, presentado en la Cámara de Comercio de Sevilla por el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) revisando sus conclusiones anteriores, pronostica que nuestra economía registrará aumentos del PIB próximos al 3% en cada uno de los años contemplados. Fernando Casado, director general de la CEC, que agrupa a las grandes empresas del país, destacó ayer el esperanzador dato, que se beneficia de la indudable solvencia de la fuente que lo emite. Casado explicó que la mejora de las previsiones se fundamenta en el impacto positivo de factores convergentes como la caída de los precios del petróleo, la bajada de la prima de riesgo, la depreciación del euro y la reforma fiscal, todos ellos favorables a una revisión al alza de los parámetros de la economía española. También la reforma laboral contribuye objetivamente al optimismo sobre las expectativas de crecimiento al haber alterado la antigua relación entre crecimiento y creación de empleo: por cada punto de subida del PIB se genera un incremento de 0,5 puntos o más en el empleo. Esto permite augurar, si no se tuerce la tendencia actual, que en cuatro años podrían crearse en España 2,8 millones de puestos de trabajo, quedando la tasa de desempleo reducida al 11,5% de la población activa, similar a las existentes antes de la crisis. El director del Consejo Empresarial para la Competitividad consideró igualmente, y la reflexión es importante, que los procesos electorales que se acumulan en la nación en los próximos meses no tienen por qué condicionar negativamente la recuperación iniciada, ya que forman parte de la identidad de una sociedad democrática, y que tampoco el fenómeno Podemos debe tener una lectura negativa, ya que sólo significa la presencia de un nuevo competidor -a semejanza de lo que sucede cotidianamente en el mundo empresarial-, que también está interesado en afrontar la lucha contra el paro como prioridad de los españoles. Más preocupante pueden ser para los empresarios los condicionamientos derivados de la geopolítica internacional, singularmente lo que suceda en Rusia, Grecia y Oriente Próximo. También las reformas institucionales y la lucha contra la economía sumergida y el fraude laboral han de ser factores de crecimiento económico y afloramiento de empleo. En resumen, hay que mantener el rumbo e intensificar las políticas que están permitiendo columbrar el principio del fin de la crisis.

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