HOMBRE, sin la precisión y videncia de Diego Valderas, que ya lo ha calculado hasta el detalle, pero hay que concluir que la cachaza del Gobierno de la nación en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2012 algo tiene que ver con las elecciones andaluzas. De hecho, los van a hacer públicos a finales de marzo, es decir, en la semana inmediatamente posterior a los comicios que enfrentan a Griñán y Arenas.

Valderas ha echado cuentas sobre lo que "la escandalosa espera" presupuestaria del Gobierno Rajoy supondrá para las arcas electorales del Partido Popular. Si dieran antes del 25-M las cuentas de unos presupuestos necesariamente restrictivos -ha dicho-, Arenas perdería veinte escaños. No unos cuantos diputados ni muchos votos: veinte escaños. Adiós mayoría absoluta. Claro que el máximo líder de Izquierda Unida, que tiene algunas virtudes políticas, no se caracteriza por acertar en los pronósticos. No hay más que comparar los escaños que atribuye a su formación en cada campaña electoral y los que realmente obtiene cuando los andaluces votan.

Pero, ya digo, el Ejecutivo se ha empeñado en ir despacio en esta materia, a pesar de que la Comisión Europea le insta constantemente a que abrevie el proceso de elaboración. La última vez, el martes, lo hizo el vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que también le ha urgido a cumplir los objetivos de reducción del déficit público que estaban comprometidos, sin mayores plazos. El argumento gubernamental de que el retraso de tres meses no es excesivo no cuela. La excepcionalmente mala situación de la economía española justificaría por sí sola que hubiera una prisa excepcional por contar con unos presupuestos. También está de por medio el problema de las comunidades autónomas, que aguardan los presupuestos del Estado para que sus propios presupuestos no se conviertan en papel mojado.

El temor del Gobierno se comprende. Pasar del 8% (sobre el PIB) de déficit previsto al 4,4% fijado para el año en curso supondrá un sacrificio considerable. Con el aumento de impuestos y el recorte de gastos ejecutados a finales de diciembre el Estado se ahorró 15.000 millones de euros. Para ahorrar los 40.000 millones de este nuevo hachazo habría que volver a subir los impuestos (¡ay, ese IVA que no se piensa incrementar!) y dar otra vuelta de tuerca al ajuste de los gastos sociales. Entre dar esta mala noticia ahora y darla después del 25-M puede mediar la distancia que existe entre una derrota falsamente dulce y una victoria. No es que eso esté escrito inexorablemente, pero ni el más optimista de los gobernantes ignoraría que el riesgo existe.

Como a Griñán en el otro lado, hay que salvar al soldado Arenas.

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