DESPUÉS de más de dos décadas de reivindicaciones y protestas, el saneamiento integral de la Costa del Sol continúa siendo la gran asignatura pendiente de esta provincia hasta el punto de que la Unión Europea ha condenado a España por no estar finalizadas siete depuradoras en Málaga. En pleno siglo XXI, una treintena de municipios continúan vertiendo sus aguas residuales sin depurar, un dato que debería remover las conciencias de más de uno. Pese a las mejoras que se hayan podido llevar a cabo, aún queda un largo camino por recorrer para lograr en 2015, fecha tope fijada por las instituciones, el ansiado vertido cero de aguas fecales al mar.

Fue el último Consejo de Ministros que presidió Felipe González el que dio el visto bueno en el año 1995 al conjunto de obras prioritarias y necesarias para acabar con el vertido de aguas residuales al mar. A día de hoy todavía siguen coleando algunas. El caso más flagrante es el de la depuradora prevista en Nerja, que es el único municipio de la Costa del Sol que sigue sin contar con una planta de tratamiento a pesar de que en verano su población se triplica. Un año más los turistas volverán a quejarse de las ya tristemente famosas natas y de la suciedad del agua. En la raíz del problema ha estado la dejación que han hecho las administraciones, que nunca, a pesar de sus mensajes, valoraron la importancia del saneamiento de la Costa del Sol. Si Málaga y la Costa del Sol no quieren perder terreno con respecto a otros destinos turísticos es necesario que de una vez por todas las administraciones den una respuesta a los problemas de suciedad de su litoral.

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