Ganó Macron y respiró Europa. Las segundas vueltas no siempre son buenas, pero esta vez ha sido lo mejor que podía pasar. Cuestión aparte de los once millones de votos de la extrema derecha, a la que Verstrynge niega su condición y sólo califica de populista. Lo mismo que llaman a Podemos. Nadie mejor que él para conocer la diferencia después de ser el caso más espectacular de trashumancia política de la política española. Criado en las praderas del neofacismo, fue secretario general de una Alianza Popular desde la que saltó al PSOE después de importantes esfuerzos para que le abrieran la misma puerta que tomó para irse a asesorar al Partido Comunista, Izquierda Unida y Podemos. Refrescados los prados del neofacismo con las lluvias de la crisis, Francia no ha querido pastar en un fascismo civilizado, si es que eso puede existir, y él se ha ido a celebrar con sus antiguos correligionarios que en las cercanas elecciones legislativas les irá mejor.

La elección en segunda vuelta redujo el dilema a dos candidatos que en la primera no sedujeron a la mayoría de los franceses; y entre derecha y extrema derecha, Mélenchon se puso de perfil. Si no era su izquierda, daba igual lo que saliese. Confiado en que no saldría Marine Le Pen, mantuvo su virginidad. En El Reino de los Cielos, Sibila recrimina a Bailán su renuncia a implicarse en la conjura contra Guido de Lusignan; lo que supondrá su coronación y la guerra contra Saladino. A Bailán sólo le interesaba el Reino de los Cielos, y si ése era el que había encontrado en Jerusalén, prefería que se hiciese la voluntad de Dios. Aunque ésta fuese la pérdida de la ciudad después de doce días a hostias no consagradas.

En Hollywood las cosas siempre acaban más o menos bien: Saladino perdona la vida a los sitiados y todos se van andandito a sus casas; Sibila y Bailán montan una ferretería en la campiña francesa, son felices y comen perdices. Cada vez que veo la película me pregunto por la reacción del público si el sultán hubiese impuesto el pago de un rescate a los sitiados y a éstos se les hubiera despojado de sus pertenencias y negado la entrada entrar en Trípoli. Tal y como ocurrió. Nunca el reproche de la reina habría sido más acertado: a veces hay que elegir un mal menor en pro de un bien mayor. Esta vez la votación se ha resuelto por un dos a uno. Todo puede ser que la próxima nos quedemos sin Cielo y Tierra Prometida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios