Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

de rebote

José Manuel Olías

Sibaritas nazarenos

COLETEA una Semana Santa marcada por la lluvia, con incidencias casi todos los días. El agua permitió el miércoles celebrar a sus anchas a no pocos madridistas, ansiosos de festejar algo, el triunfo copero. Los cláxones, al menos, sonaban hasta tarde, había banderas blancas y algunos vítores a Mourinho. Supongo que no era porque no salían los tronos. Aunque nunca se sabe hasta dónde llega la influencia del portugués. "Dios piensa que soy un tío cojonudo, si no no me daría tanto. Me ha ayudado tanto a lograr las cosas, que tiene que pensar muy bien de mí", dijo en una entrevista.

El agua retrae a gente de la calle en estos días de fervor y devoción. El lugar para refugiarse para el que no quiere volver a casa es el de bares y restaurantes, algunos tienen la excusa perfecta. Me sorprende ver cómo cada semana veo por el centro un nuevo establecimiento abierto. En el diario camino a casa contemplo cómo se ponen de modas las heladerías de yogur, dos en apenas 100 metros. Cierran algunos, pero ganan las aperturas de locales, restauración y copas básicamente.

Hay quien descubre tardíamente el mundo de las torrijas con regocijo para su paladar y castigo para su equilibrio calórico. Y hay quien se salta el ayuno y la abstinencia preceptivo para los cristianos. Hay gastronomía en Málaga para regalar, para que los miles de turistas que llegan buscando sol y no lo encuentren pequen a su manera. Para irse a los Montes y saber lo que es el plato típico y las migas. Para llegar hasta Ronda y tomarse uno de los vinos típicos de la Serranía, que se expanden, a la vera de la plaza de toros. Para conocer cómo cocinan las abuelas de verdad en Casa Pepa, en Carratraca. Para marcharse a Pedregalejo y, aunque llueva, degustar algún pescado de categoría mientras se contempla el Mediterráneo. La oferta aumenta por el centro, cocina de autor y de diseño, también internacional (veo que abrió un griego en la calle Alcazabilla). O la de toda la vida, un pescaíto frito. También hay tiempo para brindar en el Pimpi Florida, en las cuatro esquinas del Palo, que hoy abre sus puertas tras un breve receso. Se puede ser nazareno y sibarita.

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