Simientes de populismo

Insiste el PP en pescar en el territorio del localismo. La sensibilidad no es el teatro en el que se escenifica la decisión

El PSOE elige hoy a su futuro secretario provincial en Málaga. La propia fecha escogida para celebrar las primarias, cuando el país vive pendiente de lo que sucede en Cataluña, ya denota el tono menor de un proceso con el que se pretende levantar el menor ruido posible. Años atrás habría supuesto una noticia con gran impacto local e interés por parte de los propios socialistas por darle notoriedad al nuevo líder. El ganador dudo que logre un titular de portada en las ediciones de los periódicos de mañana o, en todo caso, la relevancia del hecho será pequeña.

Y es que ya este partido lo juegan hoy poco más de 6.400 personas, una tercera parte de los socios con los que cuenta el Málaga, por ejemplo. Un porcentaje menor todavía si lo comparamos con los hermanos de pago de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa en la capital, por citar otro. La formación la sustenta el 0,4% de los residentes de la provincia de Málaga. El PSOE, que en otros momentos de la historia aglutinó un tremendo poder político y que aún hoy rige los destinos de la mitad de las alcaldías de Málaga, no es una mesa camilla todavía, pero, desde luego, su penetración social en la provincia es ínfima. Aunque la cosecha de votos en las urnas todavía sea muy significativa. Es algo que debería reflexionar el ganador de la competición de hoy. La desconexión es más que evidente.

Es fácil mirar al campo contrario, allí el PP exhibe en Málaga sus 35.000 militantes. Cierto que ese censo seguro que está abultado. Imposible saber cuántos están en realidad al corriente de pago de sus cuotas. Los medios de comunicación no tienen la posibilidad de certificar esas cifras. Son organizaciones opacas. Pese a que, fundamentalmente, se financian con dinero público. Los populares en este arranque de curso quieren mostrar fortaleza en Andalucía y Málaga es su principal bastión. Importa poco si la demostración de fuerza es gracias a alguna palanca.

Un PP que insiste en pescar en el territorio del localismo. Y qué mejor que cultivar el agravio. Cataluña no nos sirve de vacuna. Su promesa de que si gobierna la Junta reunirá una vez en Málaga al Consejo de Gobierno busca ese aplauso fácil, sin reparar en que en estas sociedades actuales con tanta tensión acumulada a flor de piel, cuanto menos abonemos la simiente populista mejor para todos. La sensibilidad no se demuestra por los teatros en los que se escenifican las tomas de decisiones. Empiezan por descentralizar competencias para que el ciudadano reciba el mejor servicio posible . Y tampoco al PP, desde su púlpito en Madrid, le ha interesado otorgar el papel que realmente le corresponde a los ayuntamientos ante las comunidades autónomas en este Estado que chirría.

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