NUNCA me he fiado demasiado de la gente que se proclama buena persona. Tampoco de la gente que se jacta de ser solidaria. Esas cualidades se ejercen en privado y son íntimas y pudorosas. Uno "es" buena persona, lo quiera o no. Y uno es solidario -aunque yo prefiero usar la palabra generoso- por mucho que no milite en ninguna organización social. La bondad y la generosidad son cualidades que uno lleva en la sangre. Por lo demás, las verdaderas buenas personas nunca dirán que lo son, sino que siempre estarán pensando que se han equivocado en alguna decisión o que han cometido alguna desconsideración o alguna falta de cortesía.

Las ONG están llenas de buenas personas, y eso nadie puede ponerlo en duda, pero su funcionamiento y su gestión son un misterio. Aunque se financian con fondos públicos, no sabemos muy bien cómo administran su dinero. ¿Cuánto ganan sus directivos, por ejemplo? Eso no lo sabemos, y a lo mejor nos llevaríamos una sorpresa si lo supiéramos. A mí me sorprende, además, que una parte notable del presupuesto de muchas ONG se use en publicidad televisiva. También me sorprende que algunas ONG -como Acció Solidària, la ONG a la que pertenecían los tres cooperantes secuestrados en Mauritania- organice cabalgatas urbanas que parecen la Cabalgata laica de los Reyes Magos. También me intriga que haya docenas de ONG dedicadas a la misma actividad, lo que significa un enorme despilfarro de fondos y una atomización innecesaria de sus estructuras administrativas. Por supuesto que la gente que trabaja en las ONG hace un trabajo admirable, pero me pregunto si eso mismo puede decirse de su funcionamiento interno. ¿Por qué hay tantas ONG? ¿Y por qué nadie se encarga de gestionarlas de forma racional, para aprovechar al máximo sus servicios? Son preguntas, por cierto, que casi todo el mundo se hace en privado, pero que nadie se atreve a plantear en público, por miedo a que lo llamen insolidario y reaccionario y mala persona.

Acció Solidària organizó una caravana de ayuda a Mauritania que más bien parecía una réplica en pequeña escala del París-Dakar. Muy bien, la organización está en su derecho a hacerlo, pero me pregunto si no habría formas más baratas y eficaces de llevar la ayuda al Tercer Mundo. España tiene un gran servicio de cooperación internacional, con buenos profesionales que podrían canalizar las ayudas o bien organizar los servicios básicos desde el mismo país al que van destinadas. Pero aquí parece que muchas ONG actúan por libre sin coordinación ni planificación, lo que en última instancia es un obstáculo para que las ayudas lleguen cuanto antes a los que más las necesitan. Por cierto, Pakistán necesita nuestra ayuda. La de todos. No lo olviden.

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