Tarjeta y propaganda

Consumo y propaganda, como versión actualizada del clásico pan y circo. Nos hacen creer que todos somos iguales

Hace unos años, paseando un sábado por la mañana en compañía del recordado Manuel Rico Lara, conocí a un personaje curioso e interesante: Vázquez. Solíamos ir a alguna exposición y luego nos dejábamos caer por las librerías de viejo en busca de algo atractivo como quien va de cacería esperando encontrar alguna pieza única. Ese día decidimos pasar primero por el mercado de la Encarnación y tomar café en uno de sus bares. Allí estaba Vázquez.

Rico Lara nos presentó y, acto seguido, me explicó que se trataba de un desengañado de la política, que había estado durante años en la lucha sindical, pero que lo había abandonado todo a causa de la frustración y el desencanto. A Vázquez, sus antiguos compañeros le temían. Cuando se cruzaba por la calle con alguno de ellos, sin cortarse lo más mínimo, les gritaba: "¡Cuidado con la cartera!". Fiel a sus viejas ideas, sufría cuando veía a sus antiguos líderes perfectamente acomodados, encorbatados y con coche oficial. No le entraba en la cabeza.

¡Cómo nos tenían engañados, don Manuel!, repetía una y otra vez. La culpa de todo, continuaba, la tienen dos cosas: la tarjeta de crédito y la propaganda. La primera porque ha hecho creer a algunos que todos somos iguales, que todo el mundo tiene derecho a todo, cuando no es así. Y la propaganda porque es la que mantiene engañado al pueblo, la que justifica lo injustificable y defiende lo indefendible.

Traté a Vázquez en años sucesivos. Era un hombre íntegro, autodidacta y apasionado. En esta jungla de gentes vulgares en la que vivimos, personas como él resultan pintorescas, cuando realmente son hombres con personalidad y coherencia. La tarjeta de crédito o de débito ha hecho pensar a más de un infeliz que su poder adquisitivo es mayor, cuando lo que en realidad ha aumentado es su capacidad de endeudamiento. Y la propaganda, es decir las directrices impuestas por los medios de comunicación de masas, juega un papel cada día más importante en la manipulación de conductas y opiniones. Si lo mismo que se utiliza para el adoctrinamiento y el control de voluntades se utilizara para elevar el nivel cultural y de razonamiento, otro gallo cantaría. Vázquez llevaba gran parte de razón. Consumo y propaganda, como versión actualizada del clásico pan y circo. Nos hacen creer que todos somos iguales, pero como decía Oscar Wilde, eso es verdad, sí, pero sólo hasta el momento de nacer.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios