Las dos orillas

josé Joaquín / león

Trabajo social para pobres

Ala consejera de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, Elena Cortés, no se le puede negar que es ocurrente. Y eso se sabía desde antes de que le dieran ese cargo, porque cuando era concejal de Izquierda Unida en Córdoba ya protagonizó algún que otro episodio curioso. La última propuesta atrevida consiste en que las personas que residen en viviendas sociales de la Junta y no pueden pagar el alquiler realicen trabajos para la comunidad. Esto, que se ha dado en llamar "alquiler compensado", afectaría a unos 8.000 casos en Andalucía. De momento, ya hay dos iniciativas piloto en Los Palacios y en la zona de Pico Aneto, en Córdoba.

Tengo serias dudas acerca de si este trabajo social (supongamos que forzoso) es una medida progresista o es de lo más totalitaria. En principio, que unas familias pobres se ahorren el alquiler (y tengan piso gratis) a cambio de unos trabajos suena bien. Pero, claro, depende. Si son unos trabajitos por la cara, de ya te veré, de dos firmitas y una aparición providencial en el momento oportuno, de si te he visto no me acuerdo, y de un paripé como la copa de un pino, no vale para nada. Sería como un alquiler de caridad, a fin de cuentas.

Pero hay que tener cuidado con lo contrario, porque los trabajos sociales para la redención (aunque en este caso, sea de deudas) no tienen buena fama, debido a su aplicación en casi todas las dictaduras. En la posguerra del franquismo se construyeron obras públicas con el trabajo forzoso de presos y represaliados de la Guerra Civil. Y, en el comunismo, ha sido práctica habitual, muy común en los campos nevados de Siberia y todo eso. Ahora, en China, van a eliminar los campos de reeducación, que heredaron de los tiempos de Mao. Naturalmente, estos trabajos sociales de la Junta no tendrán nada que ver con Siberia, hasta ahí llego, pero el método tiene un tufillo a Stalin poco frecuente en una democracia burguesa, donde lo habitual es pagar por los servicios y punto.

Sobre los trabajos de compensación social, ya se habló para realizarlos a cambio de cobrar el paro. No fue bien acogido, incluso se sugirió que podría rozar lo humillante. En estos supuestos de las viviendas sociales, habría mucho que debatir, caso por caso y casa por casa. No se puede generalizar, ni adoptar medidas que parecen más propias de los años 40 del siglo pasado que de una España que está saliendo de la crisis, aunque sea con dificultades.

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