Trueba

Queda por ver si los españoles cabreados optan por la vía piadosa o se decantan por una venganza recaudatoria

Vuelve Trueba, Fernando, el de Belle Epoque, el padre de Jonás, el hermano de David, el de las frases estúpidas y la pelis medianejas. Vuelve con su Macarena Granada, esa actriz bellísima con piel de Penélope que ya lucía garbo y genio andaluz en la más que aceptable La niña de tus ojos. La nueva película se llama La reina de España y es una continuación de aquella cinta coral estrenada hace 19 años y en la que Trueba rendía tributo al dueto maravilloso del cine español: el que componían los añorados Berlanga y Azcona. Casi veinte años han pasado y en este tiempo la imagen de Trueba se ha ido deteriorando hasta quedar definido como uno de los grandes metepatas de la cultura española, insigne representante de esa parte del cine español que consideran que lo mejor para su industria es politizarla y, si es preciso, insultando la ideología de la mitad del país. El mayor de los Trueba incluso llegó a más y en su momento de mayor gloria dijo que no se había sentido español "ni cinco minutos" de su vida. La polvareda por aquella tontería, tan propia de una pseudoizquierda aburgesada, enriquecida y líquida, fue enorme y aún sigue hoy, cuando miles de españoles ya avanzan por las redes que a ver este peli va a ir sanani. Y no es que sea un boicot, porque nadie lo ha organizado como tal, sino la reacción de un país que se toma a Trueba demasiado en serio, como si éste fuese Billy Wilder por admirar y malimitar a Billy Wilder. No merece Trueba tanto rencor, pues en el fondo dice alguna que otra sandez es cosa corriente, ni España se merece ser país de rencorosos. Así que yo ya avanzo que iré a ver su película, y no porque Trueba me caiga bien, que ni de lejos, ni porque Penélope me parezca tela de sensata -casi ningún actor me lo parece-, sino porque Trueba cuando se pone cómico me hace pasar el rato y de Penélope salgo enamorado cada vez que la veo en el cine aunque lo visto sea un truño como aquel Vicky, Cristina Barcelona. Queda por ver si el resto de españoles dolidos con el cinesta apuestan por mi vía piadosa o si optan por una venganza tan propia de estos tiempos turbios y ayunos de serenidad. El lunes, en la recaudación, lo veremos. Como dirían los clásicos: ¿pollice all'insù o pollice verso?

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