Crónica Personal

Pilar / cernuda

Turbulencias en el PP

RAJOY ha conocido días más tranquilos que este pasado lunes con reunión de Ejecutiva. Esperanza Aguirre, genio y figura, no dudó en expresar su desacuerdo con la manera en la que los tribunales aplicaban la sentencia de Estrasburgo y se daba tanta prisa en poner en la calle a los más peligrosos terroristas y delincuentes. Mientras lanzaba su crítica demoledora, miraba fijamente al ministro de Justicia, Ruiz-Gallardón, con el que ya tuvo serios desencuentros en el pasado que, al parecer, no han pasado a la historia.

En plena reunión llegó otra mala noticia para el PP: la Audiencia de Castellón condenaba a cuatro años de prisión al ex presidente de la diputación Carlos Fabra, en tiempos uno de los hombres más influyentes del partido, e investigado por los jueces durante los últimos diez años. Fabra ha sido condenado por delito fiscal y absuelto de cohecho y tráfico de influencias, lo que consideró una buena noticia. Pero no lo es tanto para Rajoy, que no consigue quitarse de encima el sanbenito de que preside un partido corrupto en el que existía doble contabilidad y sobresueldos.

Rajoy, por otra parte, y es una responsabilidad que comparte con Cospedal, sigue sin tomar decisiones sobre algo que los dirigentes andaluces del PP piden desde hace más de un año: que anuncien de una vez el nombre del candidato o candidata para las elecciones autonómicas. Ni siquiera la renuncia de Zoido a la Presidencia regional del partido porque quiere dedicarse a la alcaldía sevillana ha provocado que el presidente del PP y su secretaria general hayan hecho caso a lo que clama de forma unánime su gente andaluza. Por no hacerlo, se han "quemado" posibles candidatos, se ha dejado ir incólume a Griñán y se ha permitido que su sucesora, Susana Díaz, haya provocado una ola de entusiasmo en las filas de su partido que ha sido más que un balón de oxigeno para un PSOE flaqueante que no levantaba cabeza.

Por no designar aún a nadie se han recrudecido las habituales rivalidades entre provincias, se ha provocado descontento en personas que se veían ya como cabeza de cartel, se ha acentuado la sensación de que el PP se ha rendido en Andalucía, y se ha perdido la oportunidad de elegir un candidato de mucho peso porque, en ese escenario, enviar a Andalucía a alguien de importante perfil nacional sería algo así como mandarlo a galeras: no tiene ninguna posibilidad de ganar antes de las elecciones que se celebren dentro de seis años.

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