Letra pequeña

jAVIER NAVAS Baena

Verdulerías

MÁLAGA no es lo bastante verde; eso nos aparta de la carrera para que la designen Capital Verde Europea, algo así como la Capitalidad Cultural más buganvillas. Estaba anunciado que el Ayuntamiento presentaría la candidatura con vistas a 2018 y se ha echado atrás. Ya se aplazó una vez, Hernández Pezzi propuso que se aspirara a la Capitalidad de 2017, lo pospusieron un año y ahora queda pendiente hasta que las ranas críen pelo, lo que sería una prueba de éxito contra el calentamiento global que nos serviría el premio en bandeja.

Esto se ve como una claudicación o como un saludable ejercicio de realismo. No hay otra conversación en verano que la porquería de la playa, mientras que la suciedad de la calle es la comidilla en invierno. El motivo -el pretexto- alegado por el Ayuntamiento es falta de tiempo para la inscripción y el papeleo. El motivo probable flota en el ambiente como los decibelios del casco viejo. Una condecoración impone servidumbres; el primero, convertir Málaga en una auténtica ciudad respetuosa con el ambiente. La Capitalidad Cultural cuesta mucho dinero pero la Capitalidad Verde encima supone dinero que se deja de ganar. Cerrar discotecas y terrazas y sacar el tráfico rodado de determinados barrios resultará más costoso que regar dos veces al día los geranios de la Casona (en el caso de que haya geranios).

Esto se ha enfocado mal. Las chapitas no deben funcionar como premio sino como estímulo. Hay una tradición de cuentos en los que un héroe se pone en camino y cuando llega al final descubre que la recompensa era haber emprendido un camino: el "Coloquio de los pájaros" persa, donde las aves recorren el mundo para buscar a su rey… y descubren que el rey son ellos, los supervivientes de la prueba purificados; o, más cercano a mi quinta, "La historia interminable", que presenta a un niño guerrero persiguiendo a un redentor, quien a su vez es absorbido por el libro que describe la persecución. La política tiene mucho de cuento, pero por una vez que podría haberlo aprovechado, nos falla.

Aunque el concurso de Miss Cultura lo ganó San Sebastián, es innegable que a Málaga no le faltan instalaciones culturales (tal vez falten malagueños cultos, que esa es otra) y ahí ya tenemos un éxito. ¿Por qué no seguir con uno nuevo? La única competición para que la ciudad se convierta en un lugar donde dé (más) gusto vivir no es sino la de Málaga contra Málaga.

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