Durante mis años de intenso trabajo con prostitutas y con sus hijos, toxicómanos, menores delincuentes, transeúntes, inmigrantes, presidiarios y todos sus hijos, aprendí muchas cosas, entre ellas a detectar la indignidad de los ensalzados, y la dignidad que surge de la exclusión. Los asesinatos machistas están convirtiendo a la mitad de la población en excluida. Un total de 48 mujeres muertas, ocho menores asesinados a modo de venganza contra sus madres y todo esto en sólo 365 días, los que nos dio 2017 en nuestro país. Esta noticia debía tener un único y consensuado titular, ¡Basta Ya!

No es tiempo de cinismo ni de flagelaciones en platós de televisión ni de idiotas culpas paralizantes, sino de responsabilidad, de responsabilidad política para hacer lo que sabemos que hay que hacer. Las mujeres no queremos medios para ocultar y enterrar mujeres, queremos medios para hacer que esta sociedad aprenda a vivir con libertad y respeto. No queremos medios para enseñar a las adolescentes a defenderse ante un ataque, queremos medios para que puedan caminar a cualquier hora, por cualquier parte, sin miedo.

Necesitamos que los recortes no afecten a las políticas que curan a las mujeres de sus heridas, las visibles y las invisibles. Queremos que las mujeres escriban su propia historia sin tener que pedir prestado el lápiz y el papel. Hay que romper sea como sea, este nudo gordiano de violencia y muerte, de puertas cerradas, de gritos, de golpes, de irracionalidad, de cinismo, de testigos mudos, de falsas preocupaciones y de auténticas dejaciones.

Las mujeres vivimos bajo un continuo patrón de terror, nos transmiten que nunca estamos a salvo, eso nos hace cambiar nuestro comportamiento y que tengamos miedo. Tenemos interiorizado que podemos ser víctimas de violencia machista en cualquier momento y de manera aleatoria, en el trabajo, por alguien conocido o un extraño. Si hablamos de feminicidio, el Estado debe entenderse como un actor implicado. Estamos ante un problema mundial y desde este nivel hay que atajarlo, de ahí la importancia del gesto de las actrices en los Globos de Oro en comparación con el ridículo de la "reivindicación feminista" de la señora Pedroche. El patriarcado se siente amenazado y eso genera más violencia. La violencia no es innata al hombre, pero se produce por el rol masculino. Nunca nos libraremos de la violencia si no cambiamos la noción de masculinidad dominante. ¿Podemos dar pasos como civilización con esta mochila? ¿Queremos?

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