Mi amigo

Yo me pondré el mundo por Montera, pero usted se lo pone por Clavero

Alos amigos hay que darles las gracias, cada día. A los amigos hay que decirles que se les quiere, siempre.

Querido don Manuel: hoy habrá abierto Diario de Sevilla y al buscar mi columna se sorprenderá, puesto que hoy mi protagonista es usted. Así que déjese querer. Disfrute del regreso a la butaca en el salón donde continúa acompañado por su gran amiga, amante, su esposa Lupe, por todos los hijos que tiene de uno de los matrimonios de más admirable consideración y respeto. En casa, otra vez, en el despacho, después de una semana por esas mágicas casas donde se practica la más avanzada innovación puesta al servicio del ser humano. Tiene otra vez las pilas cargadas aunque jamás haya agotado ni un solo voltio de su propia batería. Su sabiduría es inagotable como su maestría y adoración por la gran obra de su vida. Sus dos grandes pilares: la justa política y la familia. También de los grandes amigos, que los tiene tan leales como discretos que lo respetamos y admiramos. Usted es uno de los grandes héroes que tiene España y la humanidad. Hoy me detengo en saborear nuestra amistad, que nació un treinta de junio de 2004 durante una cena en el Restaurante Río Grande, en el acto de entrega de los premios taurinos de la Feria de Abril de 2004. La noche me puso en suerte que un sabio con amplios oídos se sentara a mi lado. Usted impulsó un valor que era incapaz de ver en mí y se convirtió en mi maestro, en mi mentor, en mi amigo. Esa noche decidió que nos sentáramos a comer con nuestro presidente del Grupo Joly, José Joly Martínez Salazar, para que yo empezara a escribir. Alguien me recomendó que escribiera para mí, pero en el horizonte de mis artículos permanece el respeto hacia su prestigio. Desde mi primera historia El Síndrome quería que fuesen útil para el lector y la sociedad. Las columnas están protagonizadas por personas que he conocido personalmente, o no, pero que me las he traído de mis viajes y mis paseos por una sencilla vida. En esa sencillez he encontrado lo magnifico. Por ello, hoy, es usted mi estrella. Le admiro por su carrera política, sus propuestas, hechos, constancia ideológica basada en la razón, el rigor. Ha sido, también, profesor de presidentes de España, pero yo lo miro a los ojos y es el maestro de mi vida: nuestro mayor valor. Usted, don Manuel, es fundamental en la mía. Yo me pondré el mundo por Montera, pero usted se lo pone por Clavero. Nos vemos muy pronto para seguir tratando de responder a las preguntas que ambos nos hacemos y que concluyen en una gran carcajada y un beso.

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