Postales desde el filo

25 años

Por la verdadera naturaleza de su labor, se podría hablar del PTA como parque de autor

El PTA ha cumplido 25 años. A tenor de los resultados -635 empresas, 18.000 trabajadores, 1.750 millones de euros de facturación, 7,95% del PIB provincial, etc.- este cuarto de siglo de nuestra tecnópolis se puede leer como una historia de éxito. Aunque lo suyo sea criticar a las administraciones y magnificar los errores de nuestros políticos, a veces, sólo a veces, debemos reconocer sus méritos cuando aciertan. O destacar, por ejemplo, que, siendo el PTA una iniciativa de la Junta de Andalucía participada por el Ayuntamiento de Málaga, haya sido el único espacio que ha quedado al margen de la batalla permanente entre ambas administraciones.

Hablando de méritos. Me llamó la atención, en el acto de conmemoración que se celebró el pasado lunes en el Palacio de Congresos, la invisibilidad de quien ha dirigido desde su fase embrionaria los destinos del PTA. En realidad más que director, por la verdadera naturaleza de su labor, se podría hablar del PTA como parque de autor. El autor es evidentemente Felipe Romera. Por todo ello, me pareció algo surrealista que se celebrase el cumpleaños sin la presencia del principal protagonista. No pretendo criticar a nadie, desconozco por qué se hizo así, probablemente, como me comentó un amigo común, fuese el propio Felipe quien decidiese permanecer discretamente en segundo plano. Estoy además seguro que éste se sentirá incómodo, y algún reproche me hará por lo que digo, si lee esta columna. Permanecer veinticinco años al frente del PTA genera inevitablemente filias y fobias. Pero ni el más enconado de sus enemigos podrá poner en duda su honradez incuestionable. En estos tiempos de turbulencias mediático-judiciales ningún servidor público, por muy ejemplar que sea, está a salvo de verse envuelto en alguno de los muchos procedimientos judiciales que afectan a nuestras administraciones. O bien por que pasaban por allí o porque la responsabilidad les lleve a intentar enderezar asuntos demasiado torcidos. O sencillamente porque, como es bien sabido, a veces pagan justos por pecadores. Vivimos tiempos en los que personas que, con probada honestidad y entrega se han dedicado al servicio público, pueden ver con pasmosa facilidad comprometidos su fama y su honor, cuando no su hacienda. Por ello me pareció doblemente injusto lo del pasado lunes. Por que, además, no se puede narrar una historia, una historia de éxito, sin mencionar a quien la ha protagonizado.

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