¿Qué nos apostamos?

Hay jugadores que te cuentan que controlan todos los escenarios y que minimizan los riesgos con el estudio

Hace unos semanas, un directivo de una productora internacional de televisión me comentaba que habían conseguido rodar una serie documental de nueve capítulos sobre el fútbol. Me aseguró que cuando los viera, si lograban comercializarla, porque las principales cadenas la habían rechazado, cambiaría mi percepción sobre la realidad que rodea la práctica de este deporte profesional en el mundo. Desde luego, no entendía cómo se aceptaba sin más la presencia de las casas de apuestas deportivas como reclamo de los encuentros, cuando están en juego millonarios intereses económicos de estas empresas que dependen de los resultados de los partidos que publicitan. Espero que si el trabajo realmente está documentado, alguien adquiera el producto y podamos ver su resultado.

Pero es cierto. Con la crisis de publicidad que sufrimos los medios de comunicación y las restricciones para anunciar tabaco y alcohol, determinadas televisiones con derechos deportivos bombardean a los usuarios con las apuestas. Y aquí no hay distinción de público, los partidos los ven personas de todas las edades.

El mes pasado, este periódico publicaba un informe con datos de la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer) que advertía de la proliferación de casos de menores de 14, 15 y 16 años enganchados a las apuestas on line. Variaban sus datos personales al suscribirse y comenzaban por gastarse sus pagas semanales. El gancho de los 100 y 200 euros en bonos como bienvenida, cumple su función con personas en apuros.

Y no sólo el fútbol. Más de un estudiante universitario me ha contado que se ha pagado la carrera con las apuestas en otros deportes. Te lo relatan como si fuera imposible acabar en la ruina o la adicción. Dicen que controlan todos los escenarios y que cada una de sus jugadas lleva un largo proceso de estudio de la competición, por muy lejana que sea, que limita los riesgos. Las ruletas electrónicas también están de moda. Sólo hay que ver la proliferación de salones de juego.

Un informe divulgado esta semana por el Ayuntamiento de Málaga, resalta que un 11% de menores confiesa que ya ha hecho apuestas a través de internet. La encuesta también precisa datos muy preocupantes sobre la edad a la que se inician en el consumo de alcohol o el número de horas que los escolares se pasan cada día enganchados a las redes sociales. Tampoco tenemos respuesta para esas evidencias.

Dicen los expertos que la terapia para combatir esta nueva adicción pasa por evitar el acceso a internet. Creo que ese tratamiento, hoy en día, resulta imposible menos si eres un anacoreta. Si en la crisis los locales en auge fueron los de compra-venta de oro, ahora son los de apuestas.

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