La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

358 asesinatos pendientes

Ordóñez dijo lo que muchos pensamos: "Éste no es el final de ETA que queríamos ni el que nos merecíamos"

O se aplauden los comunicados de ETA como pasos definitivos hacia la paz y la reconciliación o se es un enfermo de rencor a quien entristece que la disolución de la banda deje de alimentar su odio. Cuidado con el olvido acomodaticio y estratégico. La prolongación política de ETA y los que cogían las nueces mientras los terroristas sacudían el árbol saben que vivimos tiempos de fuertes emociones inmediatas y olvidos instantáneos; saben que es fácil convertir a las víctimas en pesados incómodos residuos de un pasado doloroso que frenan el avance hacia un cómodo futuro conciliador; saben que la ficción del relato es más confortable que el rigor de la historia; saben que en este país la reivindicación de la memoria histórica se refiere siempre a lo sucedido hace entre 80 y 40 años, pero nunca a lo que sucedió hace nueve (asesinatos del inspector Puelles García y los guardias civiles Sáenz de Tejada García y Salvá Lezaun en junio y julio de 2009); saben que el interés por hacer justicia a los asesinados en la Guerra Civil y la posguerra no se extiende a los 349 asesinatos sin resolver, juzgar y castigar cometidos por los terroristas vascos; saben que si se detuviera, juzgara y condenara a sus autores las calles del País Vasco se llenarían de manifestaciones a favor de los asesinos y muchos dirían que crean crispación social una vez "disuelta" ETA.

Cuidado con el olvido. Pregunten por las calles de Sevilla quién es Henri Parot y qué estuvo a punto de hacer aquí. Menos probabilidades de éxito tendrán si preguntan quiénes son José Infante Borrero y Adolfo López Núñez. Y sin embargo, los sevillanos deben guardarles eterna memoria agradecida. Porque son los guardias civiles que con grave peligro de sus vidas -el primero recibió varios balazos- detuvieron en Santiponce a Henri Parot en abril de 1990, cuando se dirigía a Sevilla para perpetrar la que hubiera sido mayor matanza de nuestra historia: un coche bomba con 300 kilos de amonal que debía explotar la víspera de Semana Santa en los aparcamientos del Corte Inglés de la Gavidia. ¿Es inoportuno recordarlo hoy?

Afortunadamente, hay gente con tanto coraje como Consuelo Ordóñez o Fernando Savater, quienes, en la presentación del manifiesto ETA quiere poner el contador a cero, dijeron lo que muchos pensamos: "Éste no es el final de ETA que queríamos ni el que nos merecíamos" (Ordóñez) y "ni olvido ni perdón" (Savater).

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