La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Dos aspirantes a 'Borgen'

Iceta persigue un imposible: ser 'president' con los votos de ERC, Ciudadanos y En Comú, siendo la cuarta minoría

Xavi Domènech, cabeza de cartel de En Comú (el partido de Pablo Iglesias y Ada Colau), sueña con lograr en Cataluña lo que Birgitte Nyborg en la magnífica serie de televisión Borgen: presidir un gobierno de coalición siendo un partido minoritario. Pero a lo grande, porque Nyborg dirigía el tercer partido en liza en Dinamarca y Domènech es el candidato de una lista que quedará quinta o sexta en las elecciones del 21-D.

Se trata de un hábil uso del principio de aprovechamiento máximo de recursos escasos. Parecido a lo que han hecho siempre con sus escasos votos las minorías nacionalistas en la España democrática (respaldo a gobiernos precarios a precio de oro), pero, ya digo, a lo grande: En Comú no se conforma sino con el poder mismo. Explotando el mutuo rechazo visceral entre los grupos mayoritarios, los Comunes se presentan como la solución menos mala, transversal e intermedia, la que menos antipatía despierta. La más viable.

La verdad es que quien primero expuso su vocación de Borgen a la catalana fue el candidato socialista, el pizpireto y solvente Miquel Iceta. Reivindicó públicamente para sí el papel de la política danesa en un escenario convulso sin partidos mayoritarios. Con más razones que Domènech, desde luego, porque el PSC sí representa una opción moderada, de vocación transversal y un constitucionalismo de mano tendida al nacionalismo moderado.

Quizás demasiado tendida, la mano de Iceta. En los últimos días ha resucitado una versión suave del alma soberanista del PSC y el espíritu del gobierno tripartito de Maragall (hacienda propia, nacionalistas en su candidatura, el concierto para todos que propone Urkullu) y ha acompañado su compromiso de no dar los votos del socialismo catalán a ningún candidato independentista con otro de tampoco dárselos a Inés Arrimadas, aunque ésta quede por encima suya en el bloque constitucional. Lo dicho, Borgen en el Palau de la Generalitat.

Pero lo que ronda la cabeza de Miquel Iceta tampoco es fácil. Pretende ser investido president mediante el pacto con una Esquerra Republicana que abandone la hoja de ruta fracasada, un En Comú que apueste decididamente por la bilateralidad en las relaciones con el Estado y un Ciudadanos que lo avale siendo mucho más votado que él. Las tres cosas al mismo tiempo son imposibles (si hay algo en política que lo sea del todo).

No descarten, pues, nuevas elecciones.

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