El avisado

Tipos que, aunque tengan menos estudios que un palomo buchón, te pueden dar lecciones de lo que quieras

Me convertí por vez primera en parroquiano de un bar siendo aún adolescente, en los últimos cursos del Bachillerato. Casi que a diario, al acabar de estudiar, me acercaba a un bar entrañable de mi pueblo, una taberna con techos altos y tabernero excelente, el gran Matías, donde quedaba con los amigos para ver un rato el fútbol o los toros del Canal Plus, para echar unas cartas, para tomar unas cervezas o para filosofar de lo divino y lo humano. Más tarde, ya en la Universidad, cuando me fui a vivir a una levítica y estudiantil y monumental ciudad castellana, mantuve la costumbre e hice parroquia en dos baretos, uno de ellos más nocturno y rockero y otro más familiar, fritanguero y futbolero, dominical. Luego volví a Andalucía y la españolísima tradición siguió, a veces en bares de toda la vida próximos a mi casa y también en algún céntrico rinconcito próximo al trabajo y alejado de los tumultos de la zona. Muchos bares en fin que ahí están, en mi memoria, y que quedan como capítulos de una geografía singular. Bares muy diferentes entre sí pero en cuya fauna, por lo general mudable, siempre me encontré a un perfil persistente: lo que yo denomino el avisado. Hombre por lo general, aunque también hay versión femenina, que de todo sabe y no sólo es que sepa sino que conoce lo que nadie conoce. Tipos que ven fuego en Doñana y antes de que se huela el humo ya saben que el Club Bildelberg está detrás. Seres que verano tras verano saben que CR7 se pira del Madrid. Personas que puede poner fecha con anticipo al asesinato de un Papa o de un president USA en su Air Force One. Tíos que, aunque suelen tener menos estudios que un palomo buchón, te pueden dar lecciones de fontanería, de automoción, de la bolsa, sentimentales y por supuesto sexuales, que en eso del arte amatorio son unos puñeteros cracks. Por eso un bar sin su avisado no es un bar, es una mierda, seamos francos. Y por eso es lógico que las redes sociales, que no dejan de ser una fauna parroquial beoda a su modo, también se llene de sabios de este porte que nos alumbran la vida y nos dan paz. Incluso en la neopolítica cunden como setas. Agárrense bienfuerte de su mano porque los avisados nos conducen como siempre directitos hacia el progreso, el mineralismo arrabaliano y la verdad.

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