EN un auténtico barrizal. En eso se convirtieron ayer los alrededores de la Ciudad de la Justicia tras la tromba de agua que cayó a media mañana. Aparcar en una zona sin asfalto hizo que muchos entraran a las salas de vistas con los zapatos llenos de barro. Otros con más prisa que se dedicaron a sortear charcos son los culpables del trabajo extra que hoy tienen lavanderías y tintorerías.

Esperemos que en un plazo prudencial se vayan solucionando los problemas de ajuste que está dando este macroedificio judicial. Un lugar que visitan a diario, y no por gusto, miles de personas. No todo son desventajas. Tener tales dimensiones evita sensaciones de aglomeración, ya que por muy intenso que sea el trasiego, dentro del edificio se diluye.

La Ciudad de la Justicia acogerá, seguramente en 2009, dos de los procesos más complejos de los últimos tiempos: Ballena Blanca y Malaya. Tendremos por fin, oportunidad, de conocer los pormenores de las dos investigaciones que han marcado pauta en la Costa del Sol. Veremos a los desaparecidos en combate, los policías que trabajaron codo a codo con el juez Miguel Ángel Torres primero en el caso Ballena Blanca y luego en el caso Malaya. Investigadores que el cansancio no suyo -son jóvenes- sino probablemente de la jerarquía que les manda les ha situado en otro destino. No sabremos nunca hasta dónde se pudo llegar en el caso Malaya de continuar las investigaciones, pero siguiendo con atención el juicio, conoceremos con detalle la labor ingente que realizaron estos dos policías especializados a las órdenes del juez Miguel Ángel Torres. Si el actual juez instructor, Óscar Pérez, cumple con los plazos previstos en las declaraciones indagatorias finales, el caso Malaya podría llegar a la Audiencia Provincial como muy tarde en el otoño y el juicio podría coincidir en el tiempo con el del caso Ballena Blanca.

Tal vez para entonces algunas heridas estén suficientemente cicatrizadas. Son múltiples. De una parte, están las que sienten los imputados; de otra, las que parecen haber abierto los investigadores en su entorno más próximo, el policial.

Una herida que el secretario del sindicato profesional de policía, Fernando Vivas, llama "la batalla de Málaga" y que recoge en un artículo dentro de la web de este sindicato. Un artículo en clave interna en el que se sugiere que en esta operación policial hubo intereses profesionales y también intereses políticos. Vivas habla de bandos enfrentados y señala algunas consecuencias de aquella batalla, entre ellas, la que más lamenta es que los responsables de las investigaciones estén en galeras fortaleciendo sus espíritus.

Estos casos requieren perspectiva para su análisis. Necesitaremos tiempo para poder penetrar en los entresijos de estas complejas investigaciones y comprender qué es realmente lo que se ha podido demostrar sobre lo que ocurría en Marbella, qué interesaba que se demostrara o por dónde no se ha querido o podido seguir investigando.

Da susto entrar, hay quien lo ve como un barrizal parecido al de ayer en los alrededores de la Ciudad de la Justicia.

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